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  • La curiosa dualidad de Javier Milei

    » Cronista.com

    Fecha: 30/04/2024 01:43

    "Cuando vea un micrófono, hable; cuando vea un baño, entre; siempre lleve abrigo y no agravie" , enunció Ricardo López Murphy recordando un consejo personal que Ricardo Balbín le transmitió durante la campaña presidencial de 1973. Aquella no fue una simple referencia histórica hecha al azar por el diputado y economista liberal sino que se erigió como una modesta respuesta a los ataques recurrentes que recibe de parte de Javier Milei , cuyo último acto de euforia y verba encendida pudo visualizarse en la cena anual de la Fundación Libertad . Curiosamente, así como el Gobierno está mostrando umbrales cada vez más altos de pragmatismo , el presidente continúa con un estilo comunicacional especialmente agresivo, que le ha sido muy útil para su instalación mediática y para su candidatura presidencial, pero que genera controversias en la medida en que se trata de la figura del Presidente de la Nación. La novedad exhibida desde marzo es que esa perpetuación de una retórica presidencial recargada, recortada sobre una estética de la exageración, convive con un giro aperturista en la estrategia de relacionamiento del Gobierno con los actores del sistema político. En este sentido, las acciones envueltas en pragmatismo para con los gobernadores, legisladores y con ciertos mandatarios extranjeros (fundamentalmente Lula Da Silva de Brasil y Xi Jinping de China) han sobrepasado recientemente a las iniciativas de enfrentamiento. Mientras el Presidente continúa su cruzada contra los "imbéciles", "ensobrados", "corruptos" y nos señala a través del "principio de revelación" a los integrantes de la casta, su administración se ha enfocado en maximizar los esfuerzos negociadores para concretar la media sanción de la Ley Bases y el paquete fiscal (de votación inminente en el Congreso), como así también en afinar voluntades para contener la escalada de los conflictos sociales. Asimismo, luego de la masiva movilización ciudadana en defensa de la educación pública, Sandra Pettovello (ministra de Capital Humano) y Carlos Torrendell (secretario de Educación) se aprestan a reunirse con el Consejo Interuniversitario Nacional (CIN) para destrabar el conflicto universitario. Frente a todos estos sucesos, la pregunta que se impone es cómo se entiende que convivan un estilo de comunicación presidencial persistentemente agresivo con un accionar gubernamental cada vez más realista . Remontándonos a los inicios de Milei en la esfera política podremos encontrar algunas respuestas sustantivas. En cierto sentido, el deterioro sostenido del debate público y la abdicación de nuestras élites políticas por el discurso razonado es algo que nos acompaña desde hace ya tiempo. El último proceso de polarización entre kirchnerismo y antikirchnerismo elevó los niveles de violencia retórica y vació de contenido, en reiteradas ocasiones, las discusiones políticas, tanto a nivel de los dirigentes como a nivel de los ciudadanos. Potenciado por la velocidad de la circulación de la información y la primacía de las redes sociales, vivimos en un momento en el que la solidez de los argumentos vertidos importa menos que la capacidad verborrágica de saturar al otro con conceptos rimbombantes, preferentemente acompañados de un tono expresivo elevado y mezclados con descalificaciones personales. Sobre ese escenario de reversión de la corrección como atributo deseable y de desapego por la cordialidad como parámetro mínimo de interacción se enmarcó el ascenso meteórico de Milei, en tanto figura mediática y política. Su torrente de emociones negativas, que han sazonado sus intervenciones discursivas en redes y medios de comunicación, dirigidas contra un sistema de partidos y una constelación de líderes que se mostraron estériles para abordar la decadencia económica del país, demostraron un entendimiento por parte del libertario del signo de los tiempos en cuanto a mensaje, estilo y medio de canalización elegido. Esa es su identidad originaria, donde él se reconoce y donde sus seguidores más fieles, e incluso los esperanzados, también logran identificarlo. Javier Milei En este contexto, uno podría entender que al Presidente le cueste cambiar esos atributos que lo llevaron a instalarse y ganar . De alguna manera, quizás encontremos allí una inercia de la que se le dificulta salir o, simplemente, decida mantener por convicción de que hay en eso una vía exitosa para seguir transitando. En efecto, se instala como incorregible una especie de apuesta a lo seguro. En paralelo, uno también comprende que las impresiones importan. Si Milei se acerca a la "casta" en sus acciones, por la necesidad de sostener la gobernabilidad de un gobierno minoritario, entonces lo que no puede resignar es su purismo comunicacional. Es este el que le señala a su electorado que sigue siendo aquel personaje inicial, con sello de originalidad comprobada. De esta forma, en la ficción ordenadora libertaria, mientras Milei busca mantener el centro de la escena y generar espectáculo, es su equipo político el que aparece cediendo en los esfuerzos negociadores, casi en una disociación entre el primer mandatario y su gobierno. Reformulando una famosa frase de pasillos parlamentarios, "el Gobierno se lleva las leyes, el Presidente se lleva los discursos" .

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