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  • Fabián Cháirez, el creador del símbolo gay que buena parte de México no quiere que veas: “Recibí amenazas masivas”

    » Clarin

    Fecha: 30/04/2024 01:13

    Un charro desnudo entre rosas; un cardenal lamiendo los pies de una representación de Jesús; un futbolista amamantando a otro. Fabián Cháirez es a las artes visuales lo que Paul Verhoeven y Pedro Almodóvar al cine; un pintor que no teme escarbar en la profundidad de los temas populares para provocar desde su lugar de artista. En la entrevista que le hizo Clarín, el mexicano de 36 años apareció en la ventanita del Zoom delante de un póster enorme de Volver. Ese que tiene la cara de Penélope Cruz con los labios bien fucsias y una flor en la oreja. La vida de Cháirez cambió de un día para el otro cuando en 2019 protagonizó un escándalo nacional que derivó en que su obra más famosa, La Revolución, fuera a parar al Museo de Arte Prohibido de Barcelona. El mismísimo presidente de su país, Andrés Manuel López Obrador, habló del tema para que la cosa se calmara luego de que el nieto de una importante figura de la historia mexicana amenazara con demandarlo. Más allá de todo lo que pasó, su legado -la pintura- será parte de la memoria colectiva por mucho tiempo, como sucede cuando alguien da luz a un símbolo. Antes de saber qué sucedió en 2019 resulta conveniente repasar el pasado del artista plástico. Fabián Cháirez pintando la portada del sencillo de Mon Laferte, "Tenochtitlán". Foto: Facebook El día en que quisieron matar a Fabián Cháirez Un Fabián recién veinteañero y su novio estaban por llegar a la casa de este último cuando cuando unos chicos algo mareados los interceptaron. Fue de sopetón: uno los empujó desde atrás con intención de arrojarlos al suelo, pero ellos, como los boxeadores que se paran de determinada forma para no caer, se mantuvieron en pie. Fabián empezó a discutir. A preguntarles por qué. Fue ahí cuando uno de los mareados sacó un enorme cuchillo. Con el malevo enfrente, Cháirez le ordenó a su pareja que corriera a su casa, que estaba ahí nomás, y llamara a la policía. -Ya fuiste, puto. Ya valiste verga, puto-, le dijo el maleante a Fabián. Fue ahí cuando la versión estudiantil del artista salió corriendo en dirección a la casa de su novio. Para fortuna de ambos, en ese lugar aguardaban el ex cuñado de Cháirez y un amigo, los héroes de esta breve anécdota. Anunciación (2023). Foto: Fabián Cháirez “La vi cerca”, admite Cháirez a Clarín. “¿Cómo alguien se puede atrever a quitarle la vida a alguien por ser diferente? Al final es tan estúpido como si yo intentara matarte porque te gusta el azul y a mí me gusta el rojo. Es así de absurdo”. Esa experiencia le sirvió para enfrentar lo que llegaría años después, a mucha mayor escala. El enfant terrible chiapaneco La Revolución es la obra más trascendente de Fabián Cháirez. La colectividad LGBTIQ+ mexicana utiliza memes y estampitas del cuadro cuando hay que hablar de empoderamiento o quieren simbolizar la lucha. Sus temas son varios: religión, política, guerra, fútbol. Tópicos esencialmente machistas y populares que le resultan ideales para discutir con el mundo. ¿Cómo van surgiendo los temas de tu obra? La elección de temas a veces viene de forma muy intuitiva. Trabajo así, y eso me deja fluir bastante en lo que construyo en mis lienzos. A veces sí son decisiones bastante pensadas. Saturno devorando a su hijo (2023). Foto: Fabián Cháirez El fútbol es un tema denso tanto para México como para Argentina. A Fabián no le fue fácil tomar la decisión de cuestionarlo desde sus entrañas. “Tuve que masticarlo bien y ver por dónde lo iba a llevar para intentar no caer en lugares comunes. Terminé usando el fútbol para construir alegorías relacionadas con la masculinidad y las violencias que vivimos los hombres”, dice Cháirez. ¿Por qué crees que en el fútbol la cuestión de la identidad de género está todavía tan encriptada? Hay ciertos códigos internos dentro de las mismas dinámicas que permiten ciertas expresiones y limitan otras. Por eso me pareció bastante interesante el fútbol. De repente pareciera una especie de cofradía para hombres en la que tienes que rendir cuentas. Para pertenecer tienes que actuar, expresarte de ciertas formas y seguir ciertos lineamientos. El arte de provocar Provocar con la religión o la política puede sonar demodé. La vara de lo incorrecto está cada vez más alta, lo que no quiere decir que signifique un problema para Cháirez. Para él “siempre va a haber cosas que cuestionar porque la sociedad y las doctrinas evolucionan”. ¿En qué lugar sentís que está parada la sociedad mexicana en lo que refiere a derechos de inclusión LGBTIQ+ y machismo? Creo que hay avances. Hay más gente que cuestiona el machismo, el sexismo y todo lo que está relacionado con ello, como el clasismo o el racismo. Pero esos avances no permean en todos los sectores sociales del país. Hay muchos tipos de brechas: de clase, de raza, de edad. Fuego cruzado (2024). Foto: Fabián Cháirez Cháirez cree que el problema es “más complejo” y que la batalla no está ganada. Para ello se requiere de un trabajo constante que pueda impactar en todos los sectores. Y él apunta ahí. A esa llaga. La Revolución El día en que un mareado casi lo mata lo preparó para lo que debería afrontar en 2019, cuando el Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México exhibió en un pequeño rincón, casi con vergüenza, su obra La Revolución, mismo lienzo que hoy es conocido en todo México como el “Zapata gay”. La Revolución causó polémica por el simple hecho de mostrar a un Emiliano Zapata feminizado. Fabián Cháirez sostiene La Revolución. Foto: Fabián Cháirez Formó parte de una exposición que conmemoró los cien años de la muerte del revolucionario. Un defensor de los campesinos cuyas tierras eran apropiadas por los ricos que hoy en día sigue siendo considerado por muchos mexicanos como un héroe. Aunque Cháirez había pintado La Revolución en 2014, fue en 2019 cuando la obra cobró notoriedad por haber conseguido un lugar en la exposición del Bellas Artes y, sobre todo, porque el Ministerio de Cultura la usó para promover la muestra en redes sociales. La viralización de la imagen de La Revolución causó un revuelo tal que el Palacio tuvo que cerrar porque a causa del “Zapata gay”, agricultores comuneros y activistas de la comunidad LGBTIQ+ protagonizaron enfrentamientos en la puerta del edificio. Fabián Cháirez Como atenuante del pedido de quema del cuadro, la familia de Zapata, con su nieto Jorge a la cabeza, salió a exigir que la retiraran urgentemente del Palacio. "Para nosotros, los familiares, denigra la figura de nuestro general pintándolo de gay", expresó Zapata González al mismo tiempo que amenazó con demandar al autor y a Bellas Artes. El museo, si bien en un principio expuso lo menor posible La Revolución, con el lío ya armado no dio el brazo a torcer. Muchos trabajadores del Bellas Artes, sobre todo los miembros de la comunidad LGBT, le pusieron el cuerpo a la lucha: Cháirez cuenta que muchos le enviaban mensajes asegurándole que quien se atreviera a quitar su obra tendría que pasar por sus cadáveres. La imagen “gay” del revolucionario a los pocos días ya había generado actos públicos y llegado a todos los noticieros del país. Su viralización en redes sociales fue el punto cúlmine de la conversión del cuadro en símbolo de la lucha LGBTIQ+. El curador Luis Vargas delante del cuadro en el Bellas Artes. Foto: AP Andrés Manuel López Obrador, el presidente de México, medió en el asunto. Sugirió a Cultura que dejase de usar la obra para promocionar la muestra, pero se mostró a favor de Cháirez: “No me incomoda, pero no soy miembro de la familia Zapata. Soy amante de la libertad. Si no fuera presidente, estaría en las calles coreando ‘Prohibido prohibir’”. Los amedrentamientos, más allá del aval de AMLO, llegaban a ojos y oídos del pintor desde todos los flancos. “Recibí amenazas masivas”, reconoce Cháirez, a quien el escándalo lo agarró en una época en donde ya estaba mucho más preparado para enfrentar una exposición de tamañas dimensión. Por eso hizo lo posible para sacar fortalezas de los mensajes de apoyo que le llegaban de amigos y conocidos, muchos de ellos también como advertencia de que tal o cual sindicato estaba averiguando su dirección. El líder revolucionario Emiliano Zapata. Foto: AP “Fue un golpe bastante traumático. Me ha abierto muchas puertas, me ha acercado a mucha gente, pues también me ha hecho ganar bastantes enemigos. Son las consecuencias de romper las normas y de abogar por causas justas”, dice el pintor. Y añade: “Todos esos acercamientos a violencias en las que mi vida ha estado en riesgo han sido momentos catárticos. Creo que esos roces con la muerte han sido momentos de revelaciones en los que logro ver una cara de la humanidad que me ayuda a ver más allá de lo evidente”. De esa experiencia sufrida a los 20 años con el mareado que lo quiso apuñalar, Cháirez sacó fuerzas para soportar el Zapata gate y empezó a caer en lo absurdo que era creer en algo y no cuestionarlo: “Esa persona pensaba que un homosexual tenía que morir porque no tenía derecho a vivir, por no estar cumpliendo lo que se debe”. ¿Te sentís parte del avance en los derechos LGBTIQ+ en México? Sí, creo que todo movimiento social necesita un acompañamiento y estar acompañado de un movimiento artístico. Entonces me siento honrado de ser parte de los artistas que aportan visualmente y artísticamente al movimiento y a los cuestionamientos. Cháirez y una postal de La Revolución. Foto: Fabián Cháirez Cháirez, hoy El escándalo cambió para siempre la carrera de Cháirez. Su apellido se hizo familiar entre sus compatriotas y sus obras, desde entonces, cobraron mayor preponderancia. ¿Te gustaría tener otra irrupción fuerte como sucedió con La Revolución? No fue algo que planeara. Es como si sales a la calle y te atropella un carro. No es algo que te imagines todos los días. Si vuelve a suceder yo estoy listo para ello. La violencia siempre hará que otras mentes se incendien e iluminemos este mundo. Cháirez posa junto con a obra más famosa. Foto: Fabián Cháirez Mientras continúa con sus pinturas (y trabajando para artistas, como Mon Laferte, a quien le diseñó la tapa de su sencillo “Tenochtitlán”), Cháirez se prepara para poner a trabajar la Academia de Arte de México, su propia escuela de visuales.

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