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  • El capitalismo de buena fe

    » La Nacion

    Fecha: 30/04/2024 00:18

    Escuchar Recién entendí de qué se trataba el capitalismo cuando vendí en España un pantalón usado fabricado en la Argentina a una chica que lo recibía en la panadería de su pueblo del norte de Francia. Toda una cadena anónima apoyada en una aplicación desarrollada en Lituania para mover una modesta venta de cinco euros, incluido el flete. Este capitalismo de pares, que conecta gente que necesita algo con otra que puede ofrecerlo, muestra que la red social es un entramado de conexiones que va más allá de la tecnología que elijan para ponerse en contacto. Es asombrosa esa coordinación de seres anónimos que se organizan para una transacción circunstancial que, con otras muchas, configuran una organización que está disponible para cuando alguno la necesite. Por ejemplo, que cambie de dueña una prenda de segunda mano. "En contraste, estos nuevos intercambios virtuales se apoyan en la confianza. Confianza en que el talle que se vende es el que se recibe. Confianza en que los comentarios que orientan la compra son honestos. Confianza en que lo que se ofrece es genuino. Confianza en que la entrega se concretará en plazos razonables" Entre que una persona decide hacer un pago y otra despachar algo, hay un salto al vacío. La cadena que hace andar el engranaje podría fallar en cualquiera de los pasos. Sin embargo, prima la buena fe, incluso en países como la Argentina, donde los cajeros devuelven un comprobante que advierte que el banco puede desconocer la transacción realizada y donde hay que presentar el documento cada vez que se paga con tarjeta. Ground Picture - Shutterstock En contraste, estos nuevos intercambios virtuales se apoyan en la confianza. Confianza en que el talle que se vende es el que se recibe. Confianza en que los comentarios que orientan la compra son honestos. Confianza en que lo que se ofrece es genuino. Confianza en que la entrega se concretará en plazos razonables. En todo el mundo confiamos más, como vuelve a verificar en 2024 el Barómetro de confianza Edelman; en quienes más confiamos se nos parecen. El capitalismo de red muestra la inteligencia colectiva de personas corrientes que deciden ajustarse, sincrónicamente, a las mismas reglas. Las grandes marcas y las incipientes. Los que compran y los que venden. La inmensa mayoría acepta que el escrutinio de los demás es condición para hacer el sistema transparente. Es transparente el seguimiento del envío, que obliga a todos los participantes a ser responsables. Precios y condiciones deben ser transparentes, lo que invita a la honestidad en la venta. Los participantes dedican tiempo a compartir su experiencia de la compra para que comentarios y puntuación faciliten la decisión del siguiente. Para 2028 el comercio digital va a crecer más del 70% o más en todos los países de Latinoamérica. Este avance, en una región a la que le cuesta mucho el progreso, muestra que no es un asunto de economía, sino una transformación social. Más allá de la tecnología o la economía, hay una energía humana sincronizada virtuosamente. Incluso en sociedades de poca virtud. Hay una ética que no necesita prohibir porque le basta con señalar y excluir de los beneficios de la red a aquel que ponga el sistema en riesgo. Esta sabiduría adquirida en el comercio en red podría beneficiar a muchas organizaciones públicas como la educación, por poner el tema de la semana. La transparencia y reciprocidad de la red muestran que rápidamente detecta la mala fe de los participantes que en organizaciones jerárquicas pueden persistir mientras mantengan poder. Incluso si colaboran con su decadencia. Sabíamos de la visión de los pioneros del comercio electrónico. En 1994, cuando usábamos Netscape, Jeff Bezos inventó lo que sería Amazon. Marcos Galperín ideó Mercado Libre en 1999, en la antesala de una de las grandes crisis de la Argentina, que para entonces apenas conocía el Home Banking. En breve, cuando la tecnología del futuro haga pequeña esa proeza, seguirán teniendo el mérito de haber confiado en la humanidad y montar un negocio sobre la certeza de la buena fe de las inmensas mayorías.

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