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  • La guardiana de la selva de Brasil que combatió a Bolsonaro y ahora lanza una advertencia por Milei

    » Clarin

    Fecha: 29/04/2024 06:10

    Es la segunda semana de abril y Sonia Guajajara -con zapatillas deportivas blancas y las enormes plumas tradicionales de la etnia Tenetehara en la cabeza- está muy lejos de Maranhão, el estado en el extremo oriental de la Amazonía brasileña. Pero verla en la Universidad de Oxford trae la escena más vivida de la lucha de los pueblos originarios hasta el Reino Unido. Y trae algo más a Europa. La explicación de por qué la demarcación de esos territorios ancestrales puede ser la solución más simple contra el cambio climático. A 15 meses de haber asumido, de la mano de Lula da Silva, como la primera ministra indígena de Brasil (en un Ministerio de Pueblos Indígenas que no existía antes de ese cargo), la semana pasada recibió en Holanda el premio Four Freedoms, que dos décadas atrás se lo dieron a Nelson Mandela y se basa en los ideales del presidente Franklin Roosevelt en su discurso de las “cuatro libertades” de 1941. En esa gala a ella la ubicaron en el centro de la foto y a la reina Máxima, a un costado. Antes de ser la oradora principal del plenario de apertura del Skoll World Forum, el evento mundial de emprendedurismo social en esa prestigiosa universidad inglesa, la activista indígena de más alto perfil en el mundo tiene unos minutos extra para meterse con Javier Milei y explicar por qué percibe como un mal dejá vu las decisiones de nuestro presidente libertario. Guajajara, en el medio, y Máxima, a un costado, en la gala en Holanda en la que la ministra indígena recibió el premio Four Freedoms –En términos de respeto indígena, ¿cómo ve la situación en Argentina con el nuevo Gobierno? –Con los pueblos originarios, tenemos una articulación con el movimiento indígena (en Argentina), que desafortunadamente hoy sufre lo que sufrimos en los cuatro años de la gestión pasada (en Brasil, con el ex presidente Jaír Bolsonaro), responde Guajajara a Clarín, en una conferencia de prensa exclusiva para este diario, la agencia AP de Estados Unidos y los medios más importantes brasileños. "Por lo tanto –sigue Guajajara– es necesario mostrar solidaridad, ya que los pueblos originarios en Argentina seguramente tendrán sus derechos completamente violados en esta gestión”. Su preocupación toma otro nivel si se tiene en cuenta que la ministra, en contraposición, elogia el “creciente reconocimiento internacional del papel de los pueblos indígenas en las discusiones sobre sustentabilidad”. Sonia Guajajara, la figura principal del plenario de apertura del Skoll World Forum. Más todavía si se hace foco en que, días antes, Milei renombró el Salón de los Pueblos Originarios en la Casa Rosada, que pasó a llamarse Héroes de Malvinas. El gesto para esas comunidades fue “una provocación” y “un intento de borrarnos del mapa”. Y peor es su temor si se enfatiza en que Milei busca inversiones para el litio, frente a la resistencia de las comunidades originarias del norte argentino. El interés mundial por este mineral usado para las baterías de autos eléctricos divide a los territorios ricos como el nuestro en esa materia prima. Y en la reciente reunión del presidente con el multimillonario Elon Musk, quien necesita el litio para la fabricación de sus Tesla, trasecendió que "se habló del tema", aunque aún no hay anuncios. Volviendo a Arariboia, que es un pedazo de Amazonía (su tamaño suele explicarse como “400.000 campos de fútbol”), ahí viven 5.300 indígenas Guajajara y entre 60 y 70 Awá Guajá, otra etnia que no tiene contacto con personas no indígenas. En enero de 2022, Guajajara asumió en el Ministerio de Pueblos Indígenas, cartera que no existía antes de ella en Brasil. Como pasa en casi todo Brasil con las tierras en posesión legal por parte de estos pueblos, es un oasis que resiente la presión de los cultivos y los pastos para el ganado que cercan el paisaje amazónico. Hace una década, los indígenas de la etnia de la ministra crearon el grupo Guardianes de la Selva, para resguardar ese espacio, y solo el año pasado al menos tres guajajara fueron asesinados en enfrentamientos. Antes de que los guardianes empezaran su misión, había 72 caminos de entrada para la tala ilegal. Hoy, aseguran, no son más de cinco. La minería y la caza furtiva son otros puntos de conflicto para estas comunidades. Las tierras indígenas son las mejores conservadas de la Amazonía, región donde la deforestación escaló significativamente en los últimos años. Según un estudio de MapBiomas y en base a los números oficiales, en los tres primeros años del mandato de Bolsonaro Brasil perdió más de 42.000 kilómetros cuadrados de vegetación nativa. La superficie suele mesurarse como “del tamaño de Suiza”. La mujer al frente del Ministerio de Pueblos Indígenas de Brasil, en una conferencia de prensa durante el Skoll World Forum, en la Universidad de Oxford El cambio climático también amenaza los hábitats de los pueblos indígenas: la deforestación causada por la ganadería en la selva amazónica representa casi el 2% de las emisiones globales de dióxido de carbono (CO2) anualmente. La mayor parte de la actividad ganadera en el mundo tiene lugar en Brasil. La Amazonía es la más afectada. Por eso, Guajajara está dando esa pelea en clave climática. "Tenemos todavía un espacio muy grande de territorios por ser reconocidos. En un año de gobierno, logramos homologar 8. Presentamos 14 áreas al inicio del gobierno, listas para ser homologadas. Y estamos trabajando para que al final de abril podamos cumplir esa meta", dice la mujer. Según el Acuerdo de París impulsado por la ONU, las emisiones deberían reducirse en un 45% para 2030 y llegar al cero neto (net zero en inglés) en 2050. Cuando no media la diplomacia, en patrullas, los guardianes de la selva buscan en el bosque madereros ilegales, para proteger el ipê, jatobá, copaíba y coumaru, entre otros árboles. Guajajara, en el medio, en una protesta contra la minería en Sao Pablo, durante la celebración del Día del Amazonas (AP Photo/Andre Penner) Las operaciones implican destruir campamentos y expulsarlos de esas tierras. Pero a esos asentamientos los protegen hombres armados. “Juntos, debemos reforestar las mentes alrededor del mundo”, dirá Guajajara horas después en en el foro (con otras plumas tradicionales y también en zapatillas) en clara alusión a que la política ambiental va de la mano con la lucha por los derechos de los pueblos indígenas, y sin mayor descripción de la violencia que brota desde lo profundo de ese conflicto. Qué hay que saber de la Amazonía hoy La Red Amazónica de Información Socioambiental Georreferenciada (RAISG), que hace 15 años que monitorea ese territorio, habla de la Amazonía como el bosque tropical más extenso del mundo. Cubre un área de 844 millones de hectáreas, equiparable al tamaño de China. “Su ecosistema desempeña un rol crucial para el planeta al actuar como almacén de carbono, evitando su acumulación en la atmósfera y, por ende, regulando la temperatura global y el ciclo del agua”, detallan en su último informe. Por décimo mes consecutivo, el planeta -que este 22 de abril celebró el Día de la Tierra a modo de concientización para su cuidado- estableció en marzo un nuevo récord mensual de calor a nivel global, tanto en las temperaturas del aire como en los océanos, como informó Copernicus, la agencia climática de la Unión Europea. El mes tuvo un promedio de 14.14 grados, y fue 1.68 grados más cálido que a finales del siglo XIX, la base de medición utilizada para las temperaturas antes de que comenzara el rápido crecimiento de la quema de combustibles fósiles. El exceso de CO2 en la atmósfera es en gran parte responsable del calentamiento global, junto a las emisiones de metano producidas por la quema de carbón, petróleo y gas natural. Por eso, el almacenamiento de carbono en los bosques amazónicos es un servicio ecosistémico fundamental para hacer frente al cambio climático. La Amazonía almacena unas 79.000 millones de toneladas métricas de carbono (MtC) forestal. El 58% de estas reservas están localizadas en territorios indígenas y en áreas naturales protegidas. Los bosques en esos territorios son los mejores preservados y, a la vez, los más atractivos para los mercados de carbono, por su alto nivel de conservación y almacenamiento de carbono. Esos mercados son sistemas comerciales en los que las empresas buscan compensar sus emisiones de gases de efecto invernadero mediante la compra de créditos de carbono a entidades que eliminan o reducen las emisiones. Por eso Guajajara se ocupa de señalar en la conferencia el "greenwashing", la palabra que define la estrategia de las compañías y los gobiernos de darse "una lavada de cara verde" en la Amazonía, para mostrar una imagen sustentable aunque no exista en realidad. También dice que se va a alinear con la facción de la oposición en Brasil en contra de la exploración petrolera en la desembocadura del río Amazonas. Los efectos de actividades económicas que aceleran la deforestación y llevan a incendios forestales cada vez más severos y frecuentes se ven en las fotos satelitales de esa zona. En los últimos 38 años se perdieron más de 80 millones de hectáreas de bosque amazónico y, en promedio, cada año el fuego se cobra otras 17 millones. “Si las actividades económicas continúan creciendo sin acciones efectivas para la conservación, al 2025 la Amazonía podría tener hasta 23,7 millones de hectáreas deforestadas, un área de bosque similar al tamaño de Ecuador”, advierten desde esa red. Con el aumento de estas presiones, los impactos del cambio climático se intensifican, “con drásticas reducciones en las lluvias que provocan sequías extremas y un aumento de las temperaturas”. La consecuencia es que se incrementa la vulnerabilidad de las poblaciones locales, y la de todo el continente, que depende de los flujos de agua originados en la Amazonía para recibir lluvias. “Este crítico ciclo lleva a la Amazonía a un punto de no retorno”, sentencian. En estudios previos la RAISG demostró que las áreas que no están protegidas son susceptibles a ser utilizadas para actividades agropecuarias, petroleras mineras y madereras. Además, aseguraron que el 86% de la deforestación entre 1985 y 2022 tuvo lugar fuera de territorios indígenas. Oxford, Reino Unido. Enviada especial

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