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» La voz
Fecha: 29/04/2024 05:07
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Esta semana, el tema que acaparó la atención de los medios y las redes fue la multitudinaria marcha federal por la educación pública. También fue una defensa amplia de la educación pública en general, cuestionando no sólo el aspecto presupuestario, sino también otros aspectos como el uso de recursos y acusaciones de adoctrinamiento. ¿Por qué es relevante este tema aquí, en una columna de género y diversidad? Porque las universidades gratuitas no sólo facilitaron el ascenso social de hijos de obreros en décadas pasadas, sino que también fueron clave para permitir la independencia de miles de mujeres. El acceso a la educación universitaria para las mujeres, aunque inicialmente limitado, representó un importante avance en la historia. Les brindó la oportunidad de adquirir conocimientos y trabajar de manera independiente de sus esposos, así como de participar en forma activa en la discusión política, científica y social. Este acceso temprano a la educación universitaria fue fundamental para su desarrollo individual y para el cambio social en general. Las primeras mujeres en graduarse de universidades públicas fueron pioneras en transformar tanto estas instituciones, inicialmente dominadas por hombres, como sus vidas y la sociedad en su conjunto, corriéndose del mandato y demostrando que se podía. Su presencia rompió con estereotipos arraigados que limitaban el rol de la mujer a tareas domésticas y maternales. Participaron de manera activa en la reescritura de la historia y abrieron nuevas puertas para las generaciones futuras. En la Universidad Nacional de Córdoba, las primeras estudiantes a fines del siglo XIX eran parteras. Su incursión en las aulas se anclaba en un rol de cuidado y relacionado a la mujer. Ángela Sertini de Camponovo fue la primera partera egresada de la UNC. Prosperina Paraván estudiaba odontología en 1918, en plena Reforma Universitaria, y participó en las nuevas propuestas para el cambio que marcaría un nuevo rumbo en la historia de las universidades del país. Prosperina Josefina Paraván, una de las primeras mujeres en estudiar Odontología en Córdoba y formar parte del movimiento de la Reforma Universitaria de la provincia. (Fotos: Gentileza museo de la Facultad de Odontología) Salir del hogar, formar parte de la vida universitaria, le permitió, entre otras cosas, imaginar otros futuros posibles para su vida y ser parte de la reescritura de la historia. Una gran puerta de entrada a la vida pública de un país, a la posibilidad de ser parte de la diagramación del futuro y del rumbo de una institución, de una nación. Julieta Lanteri, una de las primeras egresadas de la Universidad de Buenos Aires (UBA) fue la primera mujer en votar, en formar su propio partido (Partido Feminista Nacional) y en presentarse como candidata. Una hazaña que quedaría en la historia porque aún no existía el derecho al sufragio feminista, algo que recién se logró casi tres décadas después, en 1947. En la UNC, más alumnas y mejores rendimientos El avance no es lineal y aún falta camino para llegar a la equidad. Hoy en la UNC el 62,1% del estudiantado son mujeres, frente a un 37,9% de varones. Además, tienen mejores notas y consiguen su título en menos tiempo: terminan la carrera en ocho años, casi 12 meses antes que los varones. Marcha universitaria en Córdoba en defensa de la educación pública. (La Voz) Sin embargo, los datos indican que hay más mujeres frente a las aulas en la UNC (4.680 mujeres frente a 4.552 varones), pero los cargos docentes más altos son ejercidos mayoritariamente por hombres. Una realidad que se da también en la sociedad: los cargos jerárquicos de empresas e instituciones son ocupados, en su gran mayoría, por hombres. Los desafíos hacia adelante son numerosos y diversos, pero es importante seguir trabajando en pos de un futuro más equitativo. Un punto de partida sería, al menos, no desfinanciar el lugar donde se está educando mayoritariamente a las mujeres.
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