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  • Nico Sorín habla de su homenaje a Astor Piazzolla: “Nunca lo vi como tanguero”

    » La voz

    Fecha: 29/04/2024 05:07

    Nico Sorín recuerda muy bien el flash que significó haber visto a Astor Piazzolla por primera vez. Fue aparato de televisión mediante, cuando él era un niño entrando a la adolescencia. “Fue con el octeto electrónico mientras interpretaba Libertango; era un video de la televisión italiana o francesa. Y de repente veo que arranca (Tomás) Gubitsch con la guitarra, más la pinta de los tipos (entre Black Sabbath y la de miembros de una banda de rock progresivo) y el solo de bandoneón que entra al final de todo, y chau, flasheé”, reconstruye el músico sobre esa epifanía que marcó a fuego su carrera. Porque al igual que Astor, este músico porteño se maneja de modo revulsivo, desafiante. Entonces, es lo más lógico que haya instituido un homenaje al genio marplatense, que presentará en Córdoba el sábado 11 de mayo y en XL (bulevar Las Heras 124). “Tengo ese recuerdo, de que todo me sorprendió gratamente. Y no sabía entender cómo el tango… Quiero decir, no lo vi como tango y no lo veo como tango tampoco hoy”, redondea Sorín, quien tanto ayer como hoy tiene varios frentes creativos abiertos en la vía láctea que cabe entre lo sinfónico y lo electrónico. –¿Y ya eras músico cuando te topaste con ese video o eras demasiado niño? –Ya tenía 13 años, pero sí, tocaba, tocaba la batería, el piano, la guitarra… Estaba metido, de alguna manera. –¿Y qué recorte hiciste para el homenaje a Piazzolla? –Me baso en un concierto que está en YouTube. Es un concierto mítico que Astor hizo en el ‘77, si mal no recuerdo, en el Olympia de París. En realidad, nos basamos en eso cuando Pipi, nieto de Astor, me llamó para homenajear a su abuelo en el CCK. Me dijo “Bueno, tenés que hacer una reversión de este disco”. Me respaldo en ese disco en vivo porque, además de dar cuenta de un concierto increíble, tiene todos los hits: Meditango, Violetango, Libertango, Adiós, Nonino, Zita… ¡Todos temazos! Nico Sorín, Astor Piazzolla y la osadía de ver más allá En el marco de una conversación sobre irreverencias musicales, aparece Los Años del Tiburón, el documental donde se ve a Piazzolla discutiendo airadamente con un periodista de Radio Mitre que le había cuestionado sus experimentaciones a partir del tango. El bandoneonista lo invita a pelear, incluso. Sorín dice que vio el filme y asegura que si bien no tendría una reacción de este tipo en este tiempo, entiende perfectamente la de Astor. “Trato de no pelearme por nada ni con nadie. Trato de evitar esa posibilidad. A ver, eran tiempos en los que a Astor se lo había vapuleado mucho. Estaba candente la cuestión sobre qué era tango y qué no, y se lo señalaba a él por haberle dado otra dimensión”, explica. “Fueron muy injustos con él, siento eso. Él era un tipo bravo, no se comía ni una, pero estamos en otros tiempos. Ahora la música se ha amalgamado tanto y ya no es un hito de discusión el tema si es tango o no. A lo de Astor no lo considero tango. De hecho, la premisa de este proyecto o la premisa era no usar gente del tango”, amplía. “Salvo el bandoneón, que es insoslayable, la idea era tener instrumentistas de otro campo –precisa-. Rodrigo Gómez (baterista) viene del palo electrónico; Aldana Arguen (guitarrista) es más funk, más canción… En fin, busqué que cada uno tuviera una impronta muy personal y sobre todo que no vinieran del tango”. “Creo que eso también hizo que al show le haya ido bien, algo que lo acerca un poquito más a otros géneros, que ofrece más carriles hacia la libertad… Hay una cosa lúdica. De repente, nos vamos de una música que remite a una serie de los ‘70, una música de persecución de auto, a un reggae como en el caso de Adiós, Nonino. La idea era esa, romper un poquito más con los géneros. Y que quedara claro que no necesariamente teníamos que ser tangueros para hacerlo”, remata el líder de Octafonic, además de director sinfónico y compositor de música para películas. –Te llevo a tu propia trayectoria: en cuanto músico de formación académica y espíritu aventurero, ¿a veces sentir la presión de “destocarte” en algunos casos? –Le huyo al virtuosismo, no es algo que me guste. Además, considero que no tengo eso para tocar ni para nada. Y por más que los músicos que suelo tener tocan siempre el instrumento mucho mejor que yo, no hago hincapié en esa parte. Nunca. Trato de que prime el corazón, el espíritu de lo que estamos tocando. Pero bueno, tengo músicos de alto calibre, realmente. Entonces, si les soltás un poquito de las riendas, también está buenísimo. Igual, no es lo más importante para tocar a Piazzolla. No pasa por tu técnica, pasa por el corazón y por el brío, tal como lo decía él. Si uno toca de manera tibia no le está haciendo justicia a su música. Más que tocar bien y rápido, hay que ponerle el cuore. –Me gustaría tener una aproximación a ese work in progress permanente que es tu vida cotidiana en relación con la música. Se te intuye en la búsqueda de algo todo el tiempo. –Es exactamente así. Estoy con la música todo el día. Obviamente, lo balanceo con la familia, con la cocina, pero no logro desconectarme. Me vendría bien, creo. Hace poquito estuve en el Ártico, en el Polo Norte, donde dije “Bueno, un mes para bajar”. Pero en realidad me la pasé componiendo. No fue descanso; al contrario, fue más intenso todavía. Así que no, la verdad que no conozco el descanso. Supongo que cuando estire la pata lo voy a conocer. –En los ‘90 tenía algo de mala prensa no enfocarse en una sola cosa. Al que no lo hacía, se lo señalaba como diletante. –Ser disperso, o en todo caso abarcar muchos géneros o estilos, no te convierte en alguien insustancial, en mi opinión. Es en la búsqueda donde uno forja su estilo. Además, soy de aburrirme muy rápido, por lo que siempre necesito nuevos estímulos. Hoy, por ejemplo, estreno en Niceto mi concierto sinfónico, que es una mezcla de punk con orquesta. Entonces, tengo lo de Piazzolla, tengo la parte clásica, tengo la parte punk. Ahora también hago otro espectáculo que es más electrónico… Insisto, no quiero aburrirme y la mejor forma de lograrlo es tener diferentes focos. Nico Sorín dice que lo primero que hará luego de actualizar su homenaje a Piazzolla en Córdoba será ponerse con Impresionantes, una banda de improvisación, de ritmo. “Después con el sinfónico o con Aparatus, que es este proyecto electrónico, y actualizaré las músicas de varias pelis también. Estoy bastante activo, dada la situación y las circunstancias”, detalla. E inmediatamente le opone épica creativa al asfixiante panorama sociopolítico: “En estos momentos uno tiene que batallar, aunque sea más difícil. Cuesta más cortar entradas, porque a la gente le cuesta más también. Pero estar hiperactivo es la mejor manera de batallar. Es importante el poder darle a la gente esa horita, horita y media, de escape, para poder transportarla a otro lugar. En este momento, son menesteres la cultura y el arte”. –Durante una reunión del G 20, en 2018 dirigiste “Argentum” en el Teatro Colón y llegaste a emocionar a controversiales mandatarios del mundo. ¿Algún conflicto con eso? –Me convocaron para hacerlo… Yo estaba trabajando en mi Sinfonía Antártica, que ya la había escrito en la Antártida… Poder dirigir en el Colón era un sueño. Y lo vi como una manera de representar al país. No fueron mi madre, ni mi familia, ni mis amigos. Había sólo francotiradores y los presidentes. Para mí fue muy emotivo dirigir en el Colón, más allá del contexto en el que lo hice. Para ir El sábado 11 de mayo, en XL (bulevar Las Heras 124) y desde las 20, Nico Sorín ofrecerá su homenaje a Astor Piazzolla. Entradas en www.xlabasto.com.ar. Dos por $ 10.000 +$ 1.700 (service charge). Más información “Piazzolla - Rovira: The Edge of Tango”, un lujo de tango vanguardista que ofrece Film&Arts

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