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» Clarin
Fecha: 28/04/2024 18:16
“La gran avenida del medio no existe más”, concluyen en el entorno del presidente Javier Milei, a la vez que firman el acta de defunción del experimento de Juntos por el Cambio que llevó a Mauricio Macri al poder en el 2015 de la mano de una coalición con el radicalismo de Ernesto Sanz y la centroizquierda de Elisa Carrió. Si bien la permanente alusión a las elecciones legislativas del 2025 es parte de la estrategia para marcarle la cancha a quienes no acompañan la gestión de gobierno, Milei tiene claro que la dirigencia política requiere un reordenamiento ideológico, estimulado por las ideas y no en “kioscos partidarios”, como suelen ironizar en la Casa Rosada. A partir de allí, la nueva grieta estaría compuesta por un frente de centroderecha que imaginan liderado por el libertario, y otro con núcleo en el kirchnerismo, traccionando a sectores de izquierda y de centroizquierda. El cristinismo no es ajeno a esa interpretación y la comparte plenamente. De allí que se acelere la interna entre La Cámpora y Axel Kicillof ante la orfandad de liderazgos políticos por debajo de Cristina Kirchner. Lo llamativo es que pese a la embestida permanente de Milei contra "la casta", en la cual la UCR suele llevarse la peor parte, en el Gobierno imaginan una gran coalición a la que no sólo sumarían a un sector importante del PRO que ya se ha alineado con el oficialismo, sino también muchos dirigentes radicales y del peronismo ortodoxo, aquéllos de centroderecha como el gobernador de Tucumán, Osvaldo Jaldo, y que suelen referenciarse en Miguel Angel Pichetto, alejados de Cristina y del camporismo. “Carrió tiene más que ver con el pensamiento político de Cristina que con nosotros y (Martín) Lousteau es el presidente del radicalismo pero en realidad es un kirchnerista de pura cepa”, argumentan desde la mesa chica libertaria. La interpretación oficialista es que hay un 35% opositor si se aglutina a todos dirigentes que están en las antípodas de Milei, y el 65% restante, con mayor o menor adhesión, quiere que al Gobierno le vaya bien. Señalan que con esta polarización no hay una demanda opositora del electorado que no sea kirchnerista y que cualquier dirigente que necesite ganar volumen criticando a Milei, lo conseguirá si lo acompaña la audiencia K. No hay nada para pescar por afuera. Cambiemos. La alianza que armaron Macri. Carrió y Sanz para 2015, que ya no existe. Bajo ese esquema, el primer paso que dará La Libertad Avanza será el de hacer una afiliación masiva en mayo, en todo el país. Aunque podría postergarse para después de la firma del Pacto de Mayo, porque si consigue ese acuerdo el Gobierno saldría fortalecido y buscarán capitalizarlo. La convocatoria y el armado será en los 24 distritos, a partir de la necesidad que en torno al Presidente señalan, de contar con una fuerza nacional propia que hoy no existe. En esa tarea, Karina Milei y Eduardo “Lule” Menem tendrán un protagonismo clave; de hecho, ya desembarcaron en la Ciudad. Después, admiten, a comienzos del 2025 definirán si plantean la fusión con aquéllos sectores del PRO, la UCR y el PJ ortodoxo afines, o LLA se mantiene separado. Aunque es inevitable que si Milei tiene éxito en la gestión sean muchos los dirigentes de esas fuerzas que busquen ser candidatos a legisladores el año que viene. Falta mucho todavía. A partir de esa lectura, no es casual la reaparición moderada de Cristina Kirchner. Atrás parece haber quedado aquélla dirigente que, seis meses después de la asunción de Macri en el poder -casi como Milei- le decía al mundo en una entrevista para Telesur en Bruselas, que el gobierno de Cambiemos era “más parecido al proceso económico de Martínez de Hoz durante la dictadura y en lo político, a lo que fue el 55 con el derrocamiento del peronismo”. Si hubiera coherencia, ¿qué debería decir de Milei, un fiel exponente de derecha que cuestiona a los guerrilleros que los K enaltecieron, que discute los 30 mil desaparecidos, y que quema banderas kirchneristas como el lenguaje inclusivo, el INADI, el ministerio de la Mujer, el Salón de la Mujer, el Salón de los Pueblos Originarios o el financiamiento de la cultura? Lo más fuerte que dijo Cristina de Milei es que el superávit es mentiroso, que el Gobierno no tiene plan de estabilización o cuando etiquetó al proceso actual como de anarco colonialismo en un juego de palabras con anarco capitalismo. Crítica moderada. La de Cristina Kirchner en el acto de Quilmes.Foto: EFE/Luciano González Luego, convocó a sus militantes a dejar de discutir “por pelotudeces” y salir a explicarle a la sociedad lo que, para ellos, está ocurriendo. Y ensayó un tardío llamado a la desideologización de la disputa política al señalar que no cree en las categorías de derecha o izquierda porque son ajenas a nuestra historia. Precisamente, fue el kirchnerismo quien ideologizó la política y la fórmula amigo-enemigo para alimentar la grieta. Lo cierto es que Cristina coincide con la lectura libertaria de que el escenario político se lo pueden repartir entre Milei y el kirchnerismo. Fue el Presidente quien pidió hablar este domingo para subirla al ring: “Sería maravilloso enfrentar a Cristina en el 2027 y ponerle fin a la etapa más negra de la Argentina desde la dictadura”, afirmó. Sería también el corolario de la estrategia K en el 2021, de alimentar la figura de Milei -no confrontando y ayudando a su crecimiento de distintas maneras- para bloquear el crecimiento de Juntos por el Cambio, y que en la campaña 2023 resultó más notorio aún. En el cristinismo no dejan de apuntar que a pesar del pésimo gobierno de Alberto Fernández, a quien le fue peor fue a Juntos por el Cambio, que desapareció. Pero son conscientes que iniciaron un descenso que nadie sabe cuándo se detendrá, sobre todo si a Milei le va bien. Por las dudas, Cristina ensaya moderación y amplitud, para una metamorfosis con menos peronismo y más progresismo. Mirá también Mirá también Milei, entre el rugido y la realidad: el impacto de la marcha universitaria
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