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» El Ancasti
Fecha: 28/04/2024 16:27
Santino Casabonne, de tan solo 10 años, logró cumplir el sueño de muchos montañistas al llegar a la cima del Volcán San Francisco, en Catamarca, a 6026 msnm, y se convirtió en el argentino más joven en superar los 6000 metros de altura. El Volcán San Francisco está ubicado en la renombrada ruta de los Seismiles, donde existe la mayor población de montañas que superan los 6000 metros de altura. Desde su cima se aprecia una hermosa vista de la Laguna Verde y de los volcanes vecinos, que forman parte de la cadena volcánica del Ojos del Salado. Este cerro constituye una gran meta para los montañistas. “Me sentí muy feliz. Muy feliz de hacer esa cumbre. Me tenía fe. En el camino me divertí mucho y lo disfruté, había muy linda vista. En la bajada no me divertí. En la cumbre se veía de fondo el Volcán Incahuasi, que estaba lleno de nieve”, resume así la experiencia. Con ésta, Santino suma 60 cumbres. Cuando su papá regresaba de sus expediciones personales o grupales le contaba y él un día le pidió acompañarlo. Su primera cumbre la realizó con 8 años en el Cerro Tres Picos, en la Sierra de la Ventana, Buenos Aires. “Ahí comencé y fue el del peor clima. ¡Hubo un huracán! El error fue que arrancamos tarde el trekking, hicimos cumbre tarde y bajamos de noche. ¡Error”; dice y relata cada uno de los obstáculos que superó. “Cuando llegué, como era el más chico, todos los que estaban me aplaudieron”, celebró. Acerca de cómo se prepara físicamente, comenta que juega al fútbol durante hora y media dos días a la semana. “Ése es mi entrenamiento. Algunas veces juego los domingos, sobre todo cuando estoy en casa de mi papá. A veces con él salimos a hacer entre 2 y 5 km en bicicleta. Más de eso, no entreno. A veces escalo en un muro”, y aclara que esta vez su preparación física incluyó caminata con peso. “Salimos a caminar con la mochila con peso, cargué hasta 6 kilos”. Eso lo ayuda a regular el paso que necesita en la montaña y también la respiración. La gran hazaña El sábado 23 de marzo, Santino y su papá Juan salen de Buenos Aires con destino a Mina Clavero, Córdoba, donde pasaron la noche. Al otro día, salieron con destino a Fiambalá, Catamarca. En ese camino sufrieron problemas mecánicos y las fallas en el automóvil los hizo pensar en que la odisea acabaría antes de empezar. Pero encontraron ayuda y pudieron avanzar. Al amanecer partieron al primer refugio donde padre e hijo realizaron la primera etapa de aclimatación (permanecer en la altura para acostumbrar al cuerpo y no apunarse) a los 3200 metros. Continuaron el camino y evaluaron su propia tolerancia a la altura e hicieron dos cumbres de aclimatación en el Cerro Coquena (4051 msnm); Cerro Pastos Largos (4120), donde acamparon dos noches para salir al Cerro Falso Morocho (4500 msnm) hasta el Paso San Francisco, a 4750 msnm. Ese paso fue el punto de despegue hacia la cumbre, a 6026 msnm. A las 5.15 de la mañana iniciaron el camino a la cima. “La cumbre fue a las 3 de la tarde. Fueron 9 horas y 45 minutos”, explica el papá, que desde joven realiza expediciones en las montañas y que entrena a su hijo para que logre cada uno de sus objetivos. A más de 5 mil metros de altura “comenzó a nevar y apenas veíamos el sendero, pero seguimos y luego se despejó y se vio la cumbre” relata Juan y sigue: “En ese último tramo el clima fue bueno. Al llegar arriba se veían los cerros de fondo. Estuvimos 45 minutos, nos tomamos fotos y luego bajamos. El descenso tuvo que ser rápido porque se venía una tormenta”. “Lo normal para subir son 8 horas y nosotros lo hicimos en 10 horas, fuimos más lento. La bajada, normalmente, se hace en 5 horas, pero nosotros, al estar tan apurados, la hicimos en dos horas y media”. La bajada no le pareció divertida, “me daba resbalones, pero gracias a la nieve pudimos bajar más rápido. Llegamos al campamento con la ropa llena de nieve y ahí nos enteramos de que Gendarmería se preocupó por nosotros por la tormenta de nieve y nos fue a buscar”, asegura el niño. Será casualidad o no, pero Santino nació el 5 de agosto, el día del montañista.
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