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  • Tiene diabetes tipo1 y corre a nivel mundial para visibilizar que la enfermedad no es una barrera

    » La Capital

    Fecha: 28/04/2024 15:47

    El español Daniel Albero, que fue el primer dakariano en terminar la odisea con diabetes, le aseguró a Motores: “El deporte es una gran base para controlar nuestra mente y, sobre todo, a nuestra compañera de viaje, la diabetes”. Daniel Albero es un piloto que desafió las probabilidades al competir varias veces en Rally Dakar con diabetes. Su gran valentía y enorme determinación lo erigieron en un embajador a imitar en todo el planeta. Sobre todo cuando en 2021 plantó bandera al terminar la odisea por primera vez con su patología que tuvo gran impacto a nivel global. Este español de 52 años demostró que siendo tipo 1 se puede vivir una vida plena y activa . Su legado perdurará en la historia del deporte y en la lucha contra esta particular enfermedad mientras gira en una moto o coche en la travesía más exigente del mundo, en la carrera de Baja Aragón o simplemente exponiendo sus vivencias en conferencias. “Corro para aportarle a la comunidad con diabetes que podemos, con sacrificio y trabajo, alcanzar todos los sueños”, le dijo Dani a Motores desde Carcaixent, Valencia. “El deporte es una gran base para poder controlar nuestra mente, y sobre todo a nuestra compañera de viaje, la diabetes ”, acotó antes de bucear en diversos temas y en dejar sentado que cuando compite su objetivo va más allá de llegar a la meta. Su real desafío carga con una enorme cuota de responsabilidad social que traspasa todos los límites. “Sigo al Dakar desde muy pequeño . Soy diabético desde los 10 años y de chico no tenía recursos . A eso le agrego que no me dejaban hacer deportes porque en aquella época no solo era un tema tabú mi patología sino además que mi madre me sobreprotegía. También es verdad que teníamos muy poca autonomía por la insulina, que incluso eran malas e incluso no podía darle el sol. Veía la carrera por televisión y me sentía realmente muy lejos de alcanzar este sueño de subirme a una moto enorme y competir en la especialidad más dura del continente a nivel deporte motor. Aunque siempre pensé en correrlo, aunque era lejano ese sueño. Con el tiempo lo cumplí, y siendo un diabético”, remarcó Albero a modo de introducción. —¿En qué te marcó el hecho de haber tenido una madre que te sobreprotegía y no te dejaba practicar deportes? —Me marcó mucho en mi infancia especialmente. Mi madre me sobreprotegía mucho, es verdad. Pero con razón porque no había mucha información sobre la diabetes en aquel entonces, y menos en niños. Tenía 10 años cuando me diagnosticaron con el tipo 1. Recuerdo que era un control diario muy exigente a base de pinchazos en los dedos. A eso le sumo que la insulina no podía estar afuera de la heladera. Tenía una autonomía muy limitada. Tal es así que apenas podía ir a algún cumpleaños. Ni deportes podía hacer, no me dejaban. Claro, era el año 1983. Por suerte luego todo fue cambiando, pero la infancia fue esa.... albero8.jpg Albero corrió el Dakar por primera vez en 2019, en Perú. No terminó, pero no fue por la diabetes. —¿Cómo fue cuando salió la chance de correr en Dakar?, ya que tenías que cumplir con el protocolo médico de la organización, que sigue siendo muy exigente —Antes que eso, cuando lo comuniqué a la prensa, la noticia fue «un loco con diabetes quiere correr el Dakar» (risas). Ese fue el primer impacto que recuerdo porque salió así en un periódico de aquí, de la comunidad Valenciana. Luego vinieron otros temas también como el de juntar el dinero para correr, lograr que la gente crea en tu proyecto, que piensen que con diabetes se puede correr igual. Todo eso también fue una odisea. Pero estaba feliz porque estaba cumpliendo un sueño y podía hacer visible lo que me pasa, no solo a mi sino a muchas personas. —¿Se puede decir que cumpliste el sueño cuando corriste tu primer Dakar en Perú? —Claro. Pero llegué sabiendo que si me pasaba algo, como por ejemplo, me moría por algún incidente o problema por el tema de la diabetes, hubiese sido muy fuerte para todas las personas que tienen diabetes. Hubiese sido un paso hacia atrás para todos realmente. —Pero te hiciste cargo y salió bien. —Sí, pero fue una gran responsabilidad. Mi objetivo siempre fue llegar a la meta. Si bien no terminé el Dakar el 2019, lo cierto es que la causa no fue la diabetes. —¿Y cuándo arrancaste a correr? —En 2002 empecé a hacer endurito, a salir en motos con mis amigos e incluso me sumé a un equipo de aquí cerca para correr algunos rallies. Después participé en la tradicional Baja Aragón y a competir en diversos certámenes de España hasta que puse un restaurant y me puse a trabajar de lleno en la gastronomía. albero5.jpg Albero tiene seis Dakar en su haber: tres en motos y los últimos tres en coche. —¿Ahí hubo un antes y un después, es decir, en ese 2008 que tan fatídico te resultó desde lo personal? —Pues sí. En realidad entre 2008 y 2009 me pasó de todo. Perdí un restaurant (por la crisis de España) y también a un hijo (pequeño). Estando muy tocado (bajoneado) en casa viendo Teledeporte (un programa local) alguien preguntó si una persona con diabetes podía correr el Dakar, y uno de los periodistas que estaba presente dijo que sí, que con más trabajo, esfuerzo y dedicación se podía competir. Escuché eso y me dije «ostras» y ahí empezó mi locura por esta competencia. —¿Qué te fue llevando para luchar por nuevos sueños mientras estabas envuelto por dolor tras perder a tu hijo? —Un poco de todo. Salir de ese bache era además como un sueño. No solo para mí sino además para mis hijos y toda mi familia. Creo que nos aferramos a ese anhelo, es decir, de luchar por algo nuevo cada día. Siempre tenemos que tener además una meta para salir hacia adelante, caso contrario, las cosas se complican. —¿Cómo es correr con diabetes?, porque además de ver el libro de navegación de la moto debías ir monitoreando la insulina y en autos tenías navegante, pero también debías ver el nivel de azúcar en sangre —Puff. Un piloto normal se sube a su coche o moto y solo debe controlar que todo esté en condiciones para salir al camino. Solo debe concentrarse en la prueba y en tratar de hacer una buena hoja de ruta. En cambio nosotros debemos estar pendientes en todo momento de nuestra glucosa. Comencé con un medidor atornillado en una cúpula y miraba constantemente cómo estaba mi azúcar. Porque una bajada o subida de insulina podía generar un abandono o incluso mi muerte. Es más, en mitad del desierto si no te asisten a tiempo también podría ser una gran complicación. Por eso es que no puedo ni debo dejar nada librado al azar. Cuando salgo a pista controlo de tener insulina como medidores y parches extras. Tal es así que me pasó de medirme la glucemia o cambiar el parche en medio del desierto. O bien debo analizar la cantidad de insulina que debo ponerme cuando me restan por correr, por ejemplo, 250 kilómetros. No puedo ni podemos dejar nada al azar. En ese sentido, las personas con diabetes tomamos entre 40 y 50 decisiones extras porque no podemos dejar nada suelto. Y ojo que esto que estoy contando no es para dar lástima sino para visibilizar y concientizar cómo hacemos y cómo es vivir con diabetes. —¿Por qué decidiste correr puntualmente? —Es una buena pregunta. He aquí algo que siento y diré. De chico siempre veía a la diabetes como algo que no podía hacerme mayor. Pensaba que no podía llegar a viejo por tenerla. Imaginaba que llegaría a los 40 o 50 años con un estado o condiciones físicas muy mermadas, limitadas. Es que en esa época no conocía a ninguna persona que hiciese cosas por nosotros. No había deportistas, nada, ni nadie a quién mirar y seguir. La gente escondía su condición. Se escondía como si fuese una mala cosa tenerlo. Entonces, un día me desperté y dije, voy a terminar con esta leyenda urbana. No es que yo quisiera ser un superhéroe ni mucho menos. Pero yo nací y crecí sin tener a nadie a quién seguir. Sin tener un referente. Teníamos a Superman, etc. Cada uno tiene su superhéroe, por así decirlo. Pero me ponía en la piel de los chiquitos y quería que vieran que todo era posible. Hacer deporte es posible. Por eso es que también empecé a darle forma al proyecto. A correr y a hablar de diabetes. Y así salió lo de «Un diabético en el Dakar» —¿Es además una satisfacción personal? —Más que individual, me gusta ayudar muchísimo a los demás. Aparte de hacer lo que quiero, lo que me gusta y poder cumplir un sueño, siento y está a la vista que con acciones podemos colaborar con el otro. En este caso puntual a la comunidad de personas con diabetes. Es más, a mis 52 años tengo un estado de forma increíble. Sinceramente esto no lo hubiese soñado ni en mis mejores épocas. Estoy para correr otro Dakar en moto (risas). —¿Te consultan mucho por este tema de la diabetes? —Así es. Durante el año doy unas 15 o 20 conferencias por toda España, voy donde me llaman. Ayudo a la comunidad, hablo con gente que me escribe, papás, madres. Para una familia que tiene un niño de 8 meses, y que hace tres ha contraído diabetes, esos padres ven todo negro. Se preguntan ¿Qué hago con mi hijo? Y por ahí no todos se dan cuenta que tienen médicos, psicólogos, lo tienen todo. Pero claro, lo que les digan ellos no les vale de mucho, en algunos ejemplos, por supuesto. ¿Qué es lo que realmente les vale? Un ejemplo de vida. Un ejemplo de vida de alguien. Y ven que este tío, con 52 años saltando dunas por el desierto con diabetes, no está loco. Está demostrando que se puede. Y con una diabetes de más de 45 años. albero2.jpeg Albero exhibe con orgullo su medalla del Dakar tras terminar la odisea. "La diabetes no es un obstáculo", dijo. —¿Y qué sentís siendo un embajador de esta patología?, ya que tenés que aprender a convivir y a llevarla con naturalidad. —Tengo un slogan. Mi compañera de ruta, la diabetes, la insulina. Hay que aprender a vivir con esto. Pero a mí es lo que además me empuja cada mes y año a seguir adelante. Me empuja muchos días para levantarme, para salir a hacer ejercicio, subir a la moto, hacer cosas chulas. Porque debo ser sincero, muchas veces estoy abatido, sin fuerzas. Estoy que no sé para dónde ir porque no soy un superhéroe. Soy una persona normal. También tengo mis bajones, mis momentos malos. Pero siempre que me entra un correo o algún mensaje por las redes sociales me da esa energía que necesito para seguir luchando y demostrando que se puede. —De chico no te veías envejeciendo con normalidad. ¿Tenías miedo de crecer o no llegar a la edad adulta? —Claro, y es porque no había información. No la teníamos. Era todo nuevo para nosotros. No era miedo, pero vivía la vida un poco más intensa porque me daba todo igual. Realmente todavía no sabía yo realmente lo que me pasaba. Vivía un poco en esa ignorancia. No había estudios, sentía que no había un futuro. No había gente que contara sus experiencias con diabetes en una edad adulta. De hecho, en mi pueblo, que ahora es grande, no conocí a ninguna persona con diabetes. Entonces surgían todos las preguntas, miedos. —¿Te pasó en el Dakar o en la carrera de Baja Aragón de tener miedo mientras corrías? Más que nada por el esfuerzo que debés hacer. —La palabra «qué hago aquí arriba» o «me bajo de esto» me surge cada 100 kilómetros. Pasa que vas a fondo y de repente te preguntás, ¿qué hago aquí? Bueno, son muchas horas. Es muy difícil, es muy duro mantener la cabeza fría para seguir dando gas a la moto o al coche. Hay momentos en que te fatigas, te agotas. Subes dunas, bajas, te caes, vuelcas. Por ejemplo, en Perú o en Arabia Saudita, la moto se me caía continuamente. Me levantaba y me volvía a caer. Y así varias veces hasta que llega un momento en que los brazos no dan más. No puedes continuar. Sentís y notás que tenés los brazos muertos. Pero me levanté y seguí. —Lo del cansancio es normal porque todos son humanos y se fatigan, más en un Dakar. —Por supuesto. De hecho, he visto a pilotos más rápidos y mejores preparados que yo empujando sus motos porque eran incapaces de seguir. Estaban reventados. Entonces, esos momentos que son tan duros, te dices, ¿qué hago aquí? Pero bueno, creo que los pilotos del Dakar tenemos ese puntito especial, de que no estamos muy bien (risas) porque seguimos y queremos volver al otro día que terminó la competencia si pudiéramos. —¿Corrés para que la gente pueda cumplir un objetivo? —Sí. Pero ya no solo en el deporte. Sino en sus estudios o trabajos. Que sepan que podrán llegar a hacer lo que realmente quieran o se propusieran. No hay obstáculos para una persona con diabetes. albero4.jpg Albero corre Dakar y en breve lo hará por undécima vez en la Baja España, en Aragón. — Lo que está claro es que no hay barreras ni patología que impidan alimentar esa ilusión. — Por supuesto. Es la cabeza la que nos frena. Siempre es la que nos limita, pero con ganas todo de puede. —¿Y a Daniel Albero nada lo limita? —Siempre la cabeza es la que nos limita, a todos. Es que también tengo mis limitaciones. De hecho, actualmente no estoy en un momento demasiado estupendo de mi vida. Me separé en enero y estoy intentando recomponerme de nuevo y volver a salir hacia adelante. —¿Qué mensaje le daría a toda la gente que tiene diabetes y no se anima a hacer un deporte? —Solo le digo que no necesitan hacer un Dakar para salir a hacer un deporte. Que pueden empezar andando despacio y terminarán corriendo. Pero de alguna manera hay que arrancar. A través del deporte es mucho más sencillo además monitorear la diabetes y también nos ayudará mucho a controlar nuestra mente. El deporte es una gran base para poder controlar nuestra mente y sobre todo a nuestra compañera de viaje, la diabetes. Así luego podrán alcanzar todos sus sueños.

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