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  • Una ficción como fiel retrato social

    » La Prensa

    Fecha: 28/04/2024 02:31

    Cuando el director Mariano Hueter reunió en un bar a Violeta Urtizberea, Gonzalo Heredia y Luciano Castro para contarles sobre ‘El sabor del silencio’, la actriz no dudó en aceptar lo que el director y productor les proponía. “Me encantó. Yo ya había visto de Mariano un par de series. ‘El mundo de Mateo’ me había llamado mucho la atención; tiene el perfil de esta, de policial, y está muy bien hecha. Así que cuando me llamó me puse contenta porque tenía ganas de trabajar con él”, dice Violeta mientras habla con su voz suave y mueve sus manos de manera muy sutil. En la serie que protagoniza junto a Heredia y que desde hace algunos días está disponible en Flow, ella es Juana, esposa y mano derecha en el restaurante del reconocido chef Vicente Olivar. Después de muchos intentos finalmente está a punto de cumplir su sueño de ser madre. “Creo que es como una mujer un poco de la vieja escuela, con esa cosa de que detrás de un gran hombre hay una gran mujer. Ella está ahí acompañando al personaje de Gonzalo en su proyecto y está un poco a la sombra de él, pero está contenta con ese rol”. En los primeros capítulos a Juana le sucede lo peor que le puede pasar a una mujer: es víctima de abuso sexual y eso da el puntapié a una historia que indaga sobre la justicia por mano propia. ESCENAS DESAFIANTES -¿Cuál fue el mayor desafío que le presentó Juana? -Fue todo bastante desafiante. Las cosas que pasan al principio, donde hay una situación de abuso hacia mi personaje...Esa escena, por suerte, la grabamos más al final del rodaje y eso estuvo bueno porque era un poco incómoda y difícil actoralmente. Al grabarla casi al final yo ya venía trabajando y estaba en confianza con los técnicos, el director y los actores, y también conmigo, entendía un poco más al personaje. Pero después, todas las escenas tenían mucha carga porque ellos arrancan metiéndose en un quilombo muy grande y cada vez se hace peor. No había escenas livianas y era muy divertido para actuar. En general, en la Argentina no se suelen hacer policiales, así que como actor es un género que resulta muy divertido. -Debe ser difícil accionar en una escena donde todo es muy sutil y el personaje tiene que atravesar una situación tan complicada... -La escena era incómoda. El me toca la pierna y, pobre César (Bordón), me preguntó mil veces si estaba bien y cómo me sentía. Yo en ese momento soy una moza que lo está atendiendo y mantengo la compostura. Eso es algo que yo por lo menos en lo personal lo entiendo, porque creo que hubiera reaccionado de la misma manera y suelo hacerlo así en situaciones abusivas. Ella se paraliza, que también es lógico porque encima él es un tipo súper poderoso, y ella lo está atendiendo, es como esa cosa de ‘el cliente tiene la razón’, y si vos querés que todo siga bien te callás la boca. Todo es una situación en la que es mejor que ella no reaccione, pero yo como Violeta me suelo quedar paralizada también ante esas situaciones, no solo físicas sino también abusivas desde el lenguaje, y obviamente después digo “uh, tendría que haber contestado tal cosa”. Eso lo estoy trabajando en terapia (risas). Por eso es algo que no me costó demasiado, porque lo entiendo. -Hoy quizás se le cuestionaría un poco de por qué no reacciona. ¿Qué opina? -En realidad, me parece que eso es más de generaciones anteriores, de por qué no hablaste, y no entender que las reacciones son distintas y que a veces lleva su tiempo poder hablar. Nos han educado para decir “mejor no armar quilombo”, pero bueno, a la vez, no sé cuál es la reacción que una debería tener tampoco, si partirle un plato en la cabeza o qué. No hay una opción correcta. Ella es un personaje que ya de por sí es alguien que acompaña a su marido en su proyecto y que tiene una personalidad con la que va a tratar de que todo sea lo más armonioso posible, no es una mujer que tenga reacciones desmedidas. SECRETOS QUE QUEMAN -La serie habla sobre la justicia por mano propia, ¿qué es lo que a usted le da ese arranque de querer hacer justicia? (Suspira) -Yo, igual lo tengo que cambiar, pero no suelo confrontar y es la manera que encontré de alejar de mí las cosas que no me gustan. Claro que también está bueno a veces poder decirlo y reaccionar, porque si no te quedás con eso atragantado (risas). En general, las injusticias me angustian y suelo tratar de reaccionar ante esas cosas. Cuando se meten conmigo me cuesta más reaccionar que cuando se meten con otro. -¿Son muy habituales en su entorno este tipo de abusos? -Creo que los hombres en la calle están más precavidos. Por lo menos me acuerdo que cuando era más chica me decían muchas cosas y ahora ya no te dicen tantas. Ahí me parece que hubo un cambio. Me han tocado el culo un montón de veces y espero que ya no pase tanto, igual no sé, porque ahora me manejo mucho en auto. Me acuerdo que una vez subí a un colectivo que estaba medio vacío, yo tendría 15 años, y lo vi al tipo que me estaba tocando la cola y le dije: “¿qué hacés? Me tocaste el orto”, y él se enojó porque yo era una grosera por decir esa palabra. Me senté y viajé todo el tiempo con el tipo ahí y para todos yo era la grosera por cómo había hablado. Viví muchas veces esas situaciones que te van enseñando que es mejor callarte la boca porque nadie te va a apoyar. -¿Cómo ve todo lo que está pasando en materia de ficción audiovisual en nuestro país? -Me da mucha tristeza, pero no sólo por lo propio sino también por mis compañeros. Hay muchas familias que dependen de eso, que viven de la industria audiovisual. También desde lo artístico y cultural. Tengo esperanza de que sea sólo un momento. -¿Cómo sigue su año? -Estoy grabando ‘Envidiosa’, con Griselda Siciliani, para Netflix. También estoy haciendo un unipersonal en la sala Caras y Caretas, los jueves, que se llama ‘Una casa llena de agua’. Y en julio estreno otra obra de teatro en el Picadero, de Mariano Tenconi Blanco.

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