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  • Asoma una nueva “cajita” de herramientas

    » La voz

    Fecha: 28/04/2024 02:26

    Si no aparecen curvas de último momento, el Gobierno libertario finalmente contará en las próximas semanas con nuevos instrumentos para sostener una táctica económica que difícilmente pueda subsistir sin profundizar los daños colaterales que ha provocado. No serán ni del tamaño ni del material que soñó. En comparación, será una “cajita” de herramientas. Pero peor es nada. Pragmatismo a los cuatro vientos. Las forzadas metamorfosis de la “ley bases” y del paquete fiscal sirvieron para colectar el consenso vital y quedar a un paso de la aprobación legislativa. Es curioso, pero en el camino se perdió buena parte de la letra que suele alimentar las diatribas que el presidente Javier Milei dedica a quienes él identifica como los culpables de la decadencia. Ocurre que, hasta ahora, el Gobierno hizo lo que hizo con lo que tenía a mano. Ya se sabe: motosierra, licuadora y deuda flotante creciente, como la que mantiene con las generadoras de energía, a las que pretende pagarles con bonos que cotizan a mitad de precio. Pero sabe que, más allá del desparpajo narcisista de Milei, la terapia de shock no puede ser infinita y que a la acelerada desinflación hay que condimentarla para sostenerla en una segunda fase. Las mediciones de alta frecuencia sobre la evolución de los precios han arrojado datos sorprendentes, sobre todo en la denominada inflación núcleo (no computa los precios regulados ni estacionales) que llevaron al Banco Central (BCRA) a volver a bajar la tasa de interés de referencia. Hubo una doble motivación: por un lado, reforzar el balizamiento del camino de la desinflación; por el otro, empujar a los bancos a canalizar recursos hacia la deuda del Tesoro (en lugar de los Pases del BCRA) y hacia el sector privado. Señales Aunque los datos parciales de inflación surgieron días atrás, las proyecciones gruesas ya estaban en las carpetas que el equipo económico del ministro Luis Caputo llevó a la Asamblea de Primavera del Fondo Monetario Internacional (FMI) en Washington. En las reuniones con técnicos de ese organismo y con inversores, la delegación argentina adelantó que la inflación ya está en el terreno del dígito mensual y que esperan un alza promedio del seis por ciento en mayo. La trama del optimismo macro sumó esta semana la resurrección de los créditos hipotecarios UVA anunciada por varios bancos, una saga a la que se sumarían más entidades en los próximos días. Es otra señal del corrimiento del Estado en el mercado y del giro de la banca para atender la demanda privada, aunque por ahora esta sea casi testimonial. Los ingresos de las familias cayeron 16,2% interanual en el primer trimestre del año y tocaron su nivel más bajo en más de una década, según cálculos de la consultora EcoGo. También por eso la inflación está cediendo, mientras crece la presión social para que haya ajustes nominales en los sueldos. Un trabajo de Equilibra detalla que en febrero pasado el salario real de las personas con empleo formal quedó, a precios constantes, en el mismo nivel que tenía en abril de 2003. Trascendió que Caputo habría mantenido encuentros reservados con empresarios de diferentes rubros ligados al consumo masivo, para insistir en que congelen e incluso bajen precios, bajo la garantía de que el valor del dólar se mantendrá estable. Confía en que, más allá de los movimientos que pueda generar la baja de la tasa de interés, ayudará la liquidación de la cosecha gruesa, pese a que viene a un ritmo mucho menor al esperado por razones climáticas, pero también por la pérdida de poder adquisitivo de los productores medido en soja o maíz. La hoja de ruta que el Gobierno mostró en Estados Unidos apunta a eliminar los controles cambiarios, a incentivar una competencia de monedas (no se habló de dolarizar ni del cierre del BCRA) y a converger en un esquema de tipo de cambio flexible (no está claro si eso se traducirá en libre flotación). Pero a ese horizonte le faltan muchas precisiones, sobre todo las referidas a medidas y acciones que empujen el proceso de recuperación que, más allá de lo que ocurra en el segundo semestre, recién será palpable desde 2025; de nuevo, si no aparecen curvas de último momento.

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