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  • Violencia, intolerancia y adicción, una charla para desnudar la lógica de las redes

    » Clarin

    Fecha: 27/04/2024 23:42

    Violencia, intolerancia, toxicidad y adicción. La charla de este sábado en el espacio cultural de Clarín en la 48º Feria del Libro no fue sobre drogas o, en todo caso, no sobre las tradicionales: las investigadoras especializadas en medios digitales Eugenia Mitchelstein, Mora Matassi y Natalia Aruguete debatieron sobre las redes y las configuraciones que establecen hacia adentro y hacia afuera. Mi amigo el troll. La nueva química las redes, con Natalia Aruguete, Eugenia Mitchelstein, Mora Matassi y Natalí Schejtman. Fotos Martín Bonetto. Las tres son autoras de los libros publicados por Siglo XXI El entorno digital, Conocer es comparar y Fake news, trolls y otros encantos. El encuentro llamado "Mi amigo el troll. La nueva química de las redes" estuvo moderado por Natalí Schetjman, también especialista en la temática. La conversación se centró en la polarización del discurso político en la esfera mediática y las autoras debatieron las particularidades de esta dinámica en Argentina, el papel de la desinformación y los posibles antídotos frente a discursos violentos. Las menciones a los modos comunicacionales del presidente Javier Milei también merecieron el análisis de las investigadoras. La charla abrió con una pregunta acerca de los temas que ocupan su atención actualmente. Mitchelstein insistió en su preocupación por recuperar la dimensión de la agenda de las personas frente a las redes. El caso del paulatino abandono de Facebook o el fracaso del proyecto del metaverso en el que Mark Zukerberg invirtió miles de dólares atestiguan las decisiones que toman los usuarios. “Me siento adicto” Matassi explicó que le interesan los modos en que las personas piensan su relación con las redes. “Ya sea porque dicen ‘siento que estoy usando demasiado Instagram’ o ‘me siento adicto a Tik Tok’”, contó. “Ese punto en el cual las personas le atribuyen casi problemas morales a las redes sociales y qué hacen a partir de eso, si es que hacen algo”, agregó. Mi amigo el troll. La nueva química las redes, con Natalia Aruguete, Eugenia Mitchelstein, Mora Matassi y Natalí Schejtman. Fotos Martín Bonetto. “A mí una de las cuestiones que más me preocupan y me ocupan en este momento es el nivel de toxicidad que hay en las redes sociales”, afirmó Aruguete. “Las emociones están muy a flor de piel en nuestras relaciones sociales, políticas, culturales y de todo tipo y cómo eso se traslada y se sobredimensiona en las redes”, continuó. Una de las cosas que señalaron como significativas del caso argentino es el grado de politización de la población, que Mitchelstein ejemplificó con el reciente encuentro viralizado en redes que tuvo el diputado Rodrigo De Loredo con un colectivero. Esta politización está, además, altamente mediatizada en un ecosistema del que participan no solamente redes sociales, sino también medios tradicionales. A pesar de ello, coincidieron en señalar que la Argentina cuenta con un grado de institucionalización fuerte que acompaña ese marco de polarización y que, aunque pueda parecer de otra manera, la violencia actual es mucho menor que la que se vivió en el país en otras épocas. Mi amigo el troll. La nueva química las redes, con Natalia Aruguete, Eugenia Mitchelstein, Mora Matassi y Natalí Schejtman. Fotos Martín Bonetto. El problema de la intolerancia Sin embargo, Aruguete marcó con preocupación que los grados de intolerancia han crecido en el último tiempo. Según comprueba en estudios que ha realizado, la tendencia a eliminar a amigos o contactos con un pensamiento disidente al propio ha aumentado. “Lo cual no es menor porque no tiene que ver solo con activar o desactivar ciertas conversaciones, participar o inhibirse de participar de conversaciones, tiene que ver con que uno empieza a podar ese árbol de contactos. Y es una cosa muy importante en términos de las consecuencias que tiene después de por dónde circula la información. Finalmente, lo que uno ve es que las burbujas digitales en alguna medida son hasta mecanismos de defensa”, comentó. El desacuerdo no es únicamente ideológico, sino que las agendas, antes aparentemente comunes, hoy aparecen “quebradas y segmentadas” y tambalea el acuerdo sobre lo que es importante. “Es verdad que muchos de los discursos que circulan, no circulan por simple contagio, sino que hay fundaciones, organizaciones, líderes políticos que se encargan de hacer circular, por ejemplo, el discurso del adoctrinamiento en las escuelas y que por algún motivo no prende tanto en la Argentina como en Estados Unidos, donde se prohíben libros en bibliotecas escolares”, aportó Mitchelstein. Mi amigo el troll. La nueva química las redes, con Natalia Aruguete, Eugenia Mitchelstein, Mora Matassi y Natalí Schejtman. Fotos Martín Bonetto. Las autoras recordaron ciertos discursos que, en los albores de internet, preveían que estas herramientas permitirían una democratización del diálogo entre sus gobernantes y sus gobernados. Eso, afirmaron, no se dio, sino que las redes operaron como “megáfonos” unidireccionales. “Se está quizás generando esto por primera vez. Ya empezó un poco con el gobierno de Alberto Fernández, cuando él en la pandemia twitteaba tanto e incluso le respondía a personas específicas y trataba de gestar esta conversación más uno a uno. Esto es lo que estamos viendo ahora con el gobierno de Javier Milei”, observó Matassi. Paradójicamente, esa horizontalidad del discurso convive con modos virulentos que llevan a pensar los límites de la libertad de expresión y el conflicto en las sociedades democráticas. En un contexto en el que la calidad de vida está bajando para la mayoría de la población, para Mitchelstein, no es sorprendente que el enojo se refleje en el entorno digital. “Quizás, algo que sí sucede en el mundo digital, por las características de la tecnología, lo que habilita la tecnología y lo que hacen después las personas con eso, son fenómenos de una especie de ensañamiento casi jocoso con algunas personas”, marcó Matassi. Las viralizaciones accidentadas, involuntarias, pueden afectar gravemente las vidas de los implicados y exceden el ámbito de lo político. El publico siguió la charla Mi amigo el troll. La nueva química las redes. Fotos Martín Bonetto. “Creo que eso es preocupante, entre otras cosas porque los antídotos para bajar esos niveles de toxicidad son cada vez menos. Primero, porque los partidos políticos financian fuertemente este tipo de acciones políticas. Segundo, porque cada vez más actores fuertemente institucionalizados hacen este uso de la palabra pública en redes sociales y además porque algo que veíamos como un posible freno para esto, que eran las organizaciones de verificación de datos, que en muchas ocasiones eran las que podían poner blanco sobre negro sobre el uso de determinadas falsedades como operaciones políticas de desinformación y de ataque al otro, no están pudiendo tampoco hacer demasiado”, dice Aruguete. Para Matassi, la noción de que existen las fake news es algo que muchas personas ya tienen incorporando y las informaciones tampoco son absorbidas en un vacío social. Además, según aporta Mitchelstein, para bien o para mal, en Argentina existe un alto índice de desconfianza hacia los medios. Todo esto matiza, aunque no elimina, el peso de la desinformación, pero no es suficiente para lidiar con el fenómeno de la violencia. Sin demasiadas herramientas para protegerse de los ataques, el bloqueo aparece como una herramienta de autopreservación que, según señala Matassi, no se implementa solamente para el ámbito de lo público, sino que se aplica a las relaciones interpersonales cuando se abandonan grupos de whatsapp de amigos o se silencian notificaciones de ex parejas.

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