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  • Eduardo Conforti, ícono radial de la región: "Empecé como locutor en la propaladora del Club Onkel"

    » La Capital

    Fecha: 27/04/2024 17:22

    A los 72 años Eduardo Conforti se admite “profundamente enamorado de Funes” y repasa sus 45 años de carrera. Trabajó con Evaristo Monti en el momento de gran auge del programa, dirigió Telam en Rosario y aquí vuelca memorias del oficio Eduardo Conforti. "Me enamoré de Funes. Es una ciudad que ha crecido mucho pero tiene el tamaño justo para vivir tanquilo" Eduardo Conforti, una de las voces más reconocidas de la radiofonía rosarina, cuenta sus 45 años de carrera. Una parte junto al extinto periodista radial Evaristo Monti y otra en Radio Dos y El Tres. “Empecé en el oficio de locutor de pibe, en la propaladora del Club Onkel, en el barrio Las Delicias”, confía el periodista y locutor de 72 años, una de las voces más reconocidas de la radiofonía rosarina en los últimos 50 años, durante una entrevista con La Capital en un café del centro de Funes, rodeado de verde y silencio, en una mesa de la vereda bañada por el tibio sol del otoño. Campera lila clarita, gorrita azul de Génova, vaquero y zapatillas, el Gordo Conforti vive en una cercana casa de Funes, donde armó su estudio de radio y trabaja para el programa “Y a vos quién te dijo? @ esto es Rosario”, de Daniel Gianserra, el hijo del recordado y extinto locutor Ercilio Pedro, que va por LT8, de lunes a viernes, de 15 a 17. Nacido el 6 de junio de 1951 en una casa que su padre edificó de a poco en un enorme terreno del pasaje Arengreen, paralelo a Ovidio Lagos al 5800, del barrio Las Delicias, Conforti es hijo de Eduardo, un empleado municipal y dirigente del Sindicato de Trabajadores Municipales, y de Elda, más conocida como la Gorda Conforti, una empleada administrativa que llegó a ser jefa de personal del Hospital Provincial. “Mi viejo hizo una parte de la casa en un terreno de 40 por 50 metros, pero cuando derrocaron a Perón empezó a tener problemas en la Municipalidad, así que en una segunda etapa pudo hacer un local en el frente, que le alquilaba a un almacenero”. ¿Cómo era la vida en Las Delicias en tu infancia? Mi viejo era un ferviente peronista, que fue uno de los fundadores del sindicato municipal y del Club Onkel. Entre los años 45 y 60 se fundaron una gran cantidad de clubes, que cumplían una función social muy importante en los barrios porque te contenían y educaban. Mi viejo, que era un fumador empedernido, se murió de un infarto masivo a los 47 años, cuando mi vieja tenía 33. Mi vieja era una mujer que trabajaba todo el día. Se levantaba a las cinco de la mañana, trabajaba en el hospital, y a la tarde en una agencia de autos de mi tío, Tito De Tomasi, y volvía a las siete de la tarde. Cuando se murió mi viejo sus amigos hacían un poco de padres: me hablaban y me retaban si hacía falta. ¿Cómo empezaste en el oficio de locutor? El Club Onkel organizaba sus bailes los sábados, a los que iba todo el barrio. Todo el mundo colaboraba con el club. Había un muchacho, Tito Simeoni, que tenía la propaladora en el club y le vendía publicidad a todo el barrio, unos avisos que leíamos después de la siesta, a eso de las cuatro, y así empecé a ser locutor. A los 17 años empecé a trabajar en LT 3 y en Canal 5 con el Negro Moyano Vargas –un viejo periodista de la época– con el que tuve mi primer carné de locutor. ¿Cómo llegaste al ansiado carné? En realidad el primer carné era un permiso de locución, una declaración que tenías que certificar ante un escribano. Yo no tenía un peso, pero me dieron una mano y me la hizo el hijo de Enzo Bordabehere (el senador asesinado cuando Lisandro De la Torre denunció la estafa con la exportación de carnes). Esa declaración te servía un año y después tenías que ir a rendir el examen al Iser (Instituto Superior de Enseñanza Radiofónica), pero a veces tenías que esperar varios años porque no constituían las mesas en Santa Fe. ¿Te pasaste rápido al periodismo? Primero me dediqué a la locución, pero cuando entré en ese mundo me apasionó el periodismo. “Che, pibe, faltó un tipo en el informativo” y ahí iba yo a hacer un reemplazo. En esa época fundaron la carrera de Comunicación en la Facultad Católica. Sí, comenzaba tímidamente Comunicación en la Católica, con el Pato Mauro, (Alberto) Gonzalo, (Oscar) Cesini, (Jorge) Brisaboa, Edgardo Martolio, el Mono Tabares. ¿Cómo empezaste a trabajar con Evaristo Monti? Con el Mono Tabares empezamos a trabajar con Monti en “Impresiones deportivas”, en LT8. Conforti 3.jpg En la década del 80 Monti tenía el 63 por ciento de la audiencia en la vieja LT8. El pico de popularidad de Monti se dio con (el gobierno de Raúl) Alfonsín porque se convirtió en un fuerte opositor. Monti tenía su corazoncito desarrollista y era antiperonista. Ahí tuvo el punto más alto. Yo vivía en Entre Ríos y San Lorenzo y de ida y vuelta caminaba hasta la radio, que estaba en Córdoba 1843, y siempre había alguno que me paraba y me decía cualquier cosa, hasta “mirá lo que dijo ese hijo de puta”. ¿Te reconocían en la calle por tu voz? Eso pasaba en toda la región, desde Entre Ríos hasta Córdoba y Buenos Aires. Un día fuimos de vacaciones a Brasil en auto con mi familia, paramos en una estación de servicio de Corrientes, donde le pedí al playero que me llenara el tanque y les pregunté a los chicos y a mi señora si querían ir al baño y comer algo. “¿Usted es locutor?”, me preguntó el playero. Cuando le dije de dónde era empezó a los gritos a sus compañeros. “¡Che, mirá quién es!” Buscaban papeles para que les firmara autógrafos, no me querían cobrar, cómo no me van a cobrar, les dije, era una cosa de locos. Con Vilarrodona eran como Batman y Robin... Mi socio era Carlitos Vilarrodona, que era un productor periodístico con una agenda completísima, en las épocas donde no había celular ni Google y tenías que llamar a cada tipo a su casa o lugar de trabajo. Allí trabajábamos con (Jorge) el Pepo Turina y Charly Cardozo (actual concejal). Un día nos llamaban de Mamina y al otro día íbamos a venderles un aviso, que descargábamos en la agencia de publicidad de Monti, así que era un negocio para las dos partes-. Un día Monti nos dijo que quería hablar con nosotros y nos citó en su oficina. “Muchachos: vamos a ser claros” nos dijo y se puso a escribir una notita en el dorso de una tarjeta con su nombre, como las que se usaban en esa época, que nos dio y decía lo siguiente: “Autorizo a los señores Conforti y Vilarrodona a robarme toda la publicidad de los tipos que llamen a la radio”. ¿Cómo era tu relación laboral con Monti? Yo era empleado y tenía el sueldo de la radio, pero ganábamos muy bien porque con el pago de Monti y la publicidad sacábamos otro sueldo. Monti nos pagaba todos los viernes. Me acuerdo de un día que se me hizo tarde y no pude pasar a cobrar la semana, entonces a la noche tenía en el contestador un mensaje de su hija mayor, Mabel, quien me preguntaba por qué no había pasado a cobrar, muy enojada porque ella no podía quedarse con la plata todo el fin de semana, así que finalmente me mandó el pago con un cadete. ¿Por qué Monti logró tamañas audiencia y poder en los 80? Porque era el más adelantado periodísticamente. Monti fue el primero que armó un equipo periodístico con colaboradores de primer nivel a los que les pagaba: Eduardo Van der Kooy, de Clarín; Roberto Di Sandro, en Casa de Gobierno; Silvia Pisani, de La Nación; Marcelo Bonelli, Marco Denevi, que salía los lunes con una columna, Luis Garasino en las fuerzas armadas, Jorge Boimbaser, y José María Suárez en la AFA. Con lo que cobraba con Monti, Van der Kooy pagaba su parte del alquiler de un departamento en Buenos Aires con el Vasco Roa y Julio Blanc. ¿Qué opinás de los vínculos de Monti con la dictadura, como aquel recordado saludo a Galtieri: “Un abrazo, general”? Era una época. ¿Cómo ibas a trabajar en ese momento si no negociabas con ellos? Monti era desarrollista y antiperonista. ¿Cómo explicás que Monti fuera luego el representante de Menem en Santa Fe? Menem no era boludo. Una vez le dije a Monti que “De la Rúa era un boludo”. “Nadie llega a presidente si es un boludo, podrá estar enfermo”, me corrigió. Menem era vivísimo y rapidísimo. Menem sabía el poder que tenía Monti. Una tarde entra (Eduardo) Duhalde a LT3, lo saluda a Vilarrodona y le dice: “Quiero hablar con Evaristo en privado”. “Ahí voy, seguí vos” me dijo Evaristo. Se van a otra sala y el operador prende el micrófono para escucharlos: “Me manda Carlos a contarte que ya eligió al candidato a gobernador y quiere que le des una mano”, le contó Duhalde a boca de jarro. “¡¿Reutemann?!”, contestó Monti, sin disimular su asombro. “Carlos raramente se equivoca”, advirtió Duhalde. Monti tenía una consigna: “No me cuente nada fuera del micrófono porque yo lo cuento”. “Yo lo tiro al aire”, le avisó. Volvió al micrófono y anunció: “Tengo una información muy importante: el candidato del peronismo a gobernador de Santa Fe es Carlos Reutemann”. Reutemann me contó después: “Venía de viaje, entro a una verdulería y la mujer me dice: «Lole lo felicito, va a ser gobernador». ¿Cómo carajo se enteró?” Así se enteró el peronismo de quién iba a ser su candidato. ¿Cómo evaluás ahora la carrera de Monti, que tenía una audiencia formidable en la vieja LT8? Hoy no hay ningún medio con ese poder. Está muy atomizado, incluso en Buenos Aires. En aquella época el líder en Buenos Aires era (Bernardo) Neustadt, con todas las diferencias que podamos tener con él. Y acá era Monti, entre las cuatro radios. conforti 1.jpg ¿Cómo cambió la tecnología las formas de trabajar y de interactuar? Cuando empecé a trabajar en la radio no se podía una nota por teléfono porque por convenio tenías que tener dos operadores, uno en cada lado de la línea. Hoy buscás la inteligencia artificial, le pedís una nota sobre el Papa y te la escribe. Es terrible e imparable. Los expertos piden una regulación. Es imposible. Hoy no podés viajar sin internet en el teléfono. Fuimos con mi señora a Toulouse, donde nació Gardel. Perdimos las valijas y demoramos una hora en el aeropuerto para hacer el reclamo. Llego a las 18, pongo el chip con internet para Europa, pero se había vencido. Llegamos al departamento que habíamos alquilado y había una clave de seguridad que teníamos que buscar por internet para después abrir una cajita donde estaba la llave. Fuimos a un super de enfrente y mi señora, que habla muy bien el inglés, le pidió al dueño que nos prestara el wi fi. No tenía, pero nos pasó sus datos y entramos al departamento. Al otro día compré dos chips a cinco euros, que es el monto que gasté en efectivo cuando una chica nos pagó el subte con su teléfono. Todo el mundo paga todo con su teléfono o con su tarjeta. En los 90 fuiste jefe de la Agencia Télam en Rosario. Un día viene Monti y me dice: “Duhalde quiere un tipo en Télam y le dije que vas vos”. Yo no quería saber nada, pero fui y estuve cuatro o cinco meses. ¿Qué opinás del virtual cierre de Télam? Creo que el gobierno está equivocado en este sentido: el Estado -no el gobierno- tiene que tener un medio propio para fijar sus posiciones, que haya excesos es culpa del Estado, así como que se politice el Estado porque no supo elegir periodistas independientes. En todo el mundo el Estado tiene sus medios, como La Voz de las Américas, la cadena alemana y la Televisón Española, que tiene un manual de procedimientos con control del Congreso, que recientemente intervino y corrigió un error. El periodismo es muy simple: Javkin dice esto, en el primer párrafo; la oposición dice esto, en el segundo; y yo opino esto, si quiero, en el tercero. Télam debe ser una agencia de noticias del Estado, sin el manejo de la publicidad, porque cuando tenés un presupuesto muy grande la tentación es mayor. ¿Por qué Eduardo López te echó de LT3? La bronca venía del lado de Monti, a quien López odiaba, y de la época del bingo en Entre Ríos y San Lorenzo, que era un quilombo por los taxis. Cuando López llegó a LT3 yo era jefe de noticias y me prohibió el micrófono, junto con Vilarrodona. Me mandó a una piecita sin luz natural, sin internet, donde tenía que estar las seis horas, así que me llevaba libros. Hasta que cuando salió la ley de Duhalde de la doble indemnización por despido, me di por despedido, le hice un juicio y se lo gané. ¿Te reconvertiste en Televisión Litoral? Estaba sin laburo y un día me llama (Julio César) Orselli, me preguntó dónde estaba y me dijo que tenía un amigo. Hablé con (Luis) Novaresio, quien me dijo: “Venite a conducir el noticiero de Radio Dos”. Y le propuse hacer “El diario de mañana”. Así, a los 50 y pico (Alberto) Gollán me nombró director de la radio y me puso a trabajar en Telenoche, con una gran mano que me dio Lidia Sanfilippo, la histórica productora. Estuve 15 años en el canal y me jubilé con 45 años de aportes. Me acuerdo que estuve en la primera lista de (Edgardo) Carmona cuando le ganamos las elecciones en el Sindicato de Prensa al Negro Soto, antes de 1983, después de las épocas en las que el ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo) dejaba sus comunicados en los baños de El Cairo. Un día en el canal me ofrecieron tener Osde, pero no la acepté y seguí en la Obra Social de Prensa. ¿Por qué elegiste Funes para vivir? Esta casa era de mi suegro, pero prácticamente era nuestra en el verano hasta que los chicos volvían a Rosario cuando empezaban las clases. Mi mujer tenía un negocio en Rosario y viajaba cuatro veces por día hasta que se cansó, vendió todo y nos vinimos a esta casa, que ya estaba armada, hace 20 años. Estoy enamorado de Funes. Tenés todo, es una ciudad que ha crecido pero es vivible, tiene las dimensiones justas para vivir tranquilo. En Europa las llaman ciudades dormitorio. No me gusta vivir en un country, pero respeto al que le gusta. Para vivir aquí a tu pareja le tiene que gustar la tranquilidad, si no es para quilombos. Tenés todos los servicios; escuelas, sanatorios, transporte público. Antes teníamos dos autos y ahora vendí uno. Hace meses que no voy a Rosario. Roly Santacroce ganó por el 75 ciento en Funes. Ha hecho obras, hay que ver si puede mantenerlo. Hizo un montón de pavimento tipo ruta. Le dio para ganar, creo que está agendado para gobernador, pero en este país nunca podés opinar. Antes de que (Néstor) Kirchner fuera candidato yo era amigo de García Carmona, el CEO de General Motors, con el que tomábamos un café en el Holiday Inn de la calle Dorrego cuando cayó un malón de peronistas, entre los que estaba Kirchner como precandidato. “¿Y éste?”, me preguntó mi amigo. “No, este último cómodo”, le contesté. ¿Santacroce puede ser candidato a gobernador? No creo que los popes le den un espacio. Te lo tenés que ganar a las trompadas.

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