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  • Los mejores monólogos de Tato Bores y su recuerdo en el día que cumpliría 97 años

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    Fecha: 27/04/2024 03:03

    Tato Bores y el famoso monólogo 2000 “Y aquí estamos señor. 30 años. 30 años bancándose 16 presidentes y 37 ministros de Economía que se la pasaron diciendo ‘esta es la crisis más grande que está sufriendo el país’, ‘hay que reducir el gasto público’, ‘hay que laburar más’, ‘hay que invertir en el ispa”, disparó Tato Bores el domingo 9 de septiembre de 1990. Esa emisión del programa Tato Bores en busca de la vereda del sol no fue una más, ya que se encontraba leyendo su monólogo número 2000, y lejos de quedarse en la mirada clásica de lo sucedido en la semana se tomó el tiempo para resumir, en un lenguaje y mirada fiel al estilo con el que acompañó desde siempre, los 30 años desde su desembarco en la televisión. Nació el 27 de abril de 1927 en un modesto hogar de ascendencia judía, localizado en el corazón de Buenos Aires, específicamente cerca de Avenida Córdoba y Libertad. Hijo de un comerciante de pieles con fuertes convicciones religiosas, Mauricio Borensztein creció junto a sus hermanos Abraham y Enrique. Su infancia y juventud se caracterizaron por un marcado desinterés académico, lo cual lo llevó a ser expulsado del colegio Julio A. Roca y abandonar la Escuela Técnica N.º 1 Otto Krause antes de completar la secundaria. Tato Bores irrumpió en la pantalla chica a fines de los '50 y desde ese momento el público se rindió a sus pies Desde temprana edad mostró una profunda afición por la música, particularmente el jazz y el piano, lo que lo impulsó a colaborar con la orquesta de Luis Rolero y René Cóspito como ayudante, cargando partituras e instrumentos a los 15 años. Antes, a los 9, había coqueteado por primera vez con el ámbito artístico trabajando como acomodador en el Teatro Nacional Cervantes. Este conjunto de experiencias marcó el inicio de su carrera en el mundo del espectáculo, lo que sentó las bases de lo que con el tiempo se convertiría en una destacada trayectoria artística. Fue a sus 20 años cuando, en la despedida de soltero del músico Santos Lipesker comenzó a contar unos chistes que llamaron la atención del guionista Julio Porter y del humorista Pepe Iglesias, El Zorro. De inmediato lo convocaron para ser parte de su espacio en Radio Splendid, a la vez que se le dio el seudónimo con el que se lo conocería por el resto de su vida: había nacido Tato Bores. Tras ello llegó la incursión en el teatro y en el cine, pero sin descuidar a la televisión, donde acompañó desde 1957 y durante tres años a Dringue Farías en La familia GESA, para también ser parte de Caras y morisquetas, donde vestido de frac, con la peluca despeinada y un habano comenzó a realizar monólogos, lo que lo iba a terminar distinguiendo: “El monólogo tiene una clave: es una especie de reportaje político; yo leo los titulares de los diarios y cuento las noticias en el escenario agregándole un comentario jocoso. Pero siempre hay que actualizar la información: un chiste político del jueves no hace reír el viernes”. Tato Bores y la fiebre de los argentinos por el dólar Así comenzó la magia: combinando humor con una aguda observación social y política, su enfoque único para abordar temas sensibles y su capacidad para hacer reír, incluso a quienes eran objeto de su crítica, le valieron una posición destacada y el aprecio del público. “Cuando digo que estamos viviendo un gran momento de expansión monetaria, sé muy bien lo que estoy diciendo. Fíjese que nosotros en lugar de pagar el dólar a 30, 40, 50, 70, 80 o 90 mangos lo estamos pagando a 135, y si nos mojan la oreja lo vamos a pagar a 200 porque somos tipos ricos y todos compramos y todos juntamos. Y el día que tengamos muchos dólares podemos pegar un golpe fantástico. Yo le voy a explicar, resulta que el dólar es la moneda norteamericana, el día que tengamos todos los dólares del mundo iremos a Estados Unidos con la guita de ellos y nos van a tener que entregar el país. Yo no me explicó cómo los yanquis que son tan vivos que no se dan cuenta del peligro que están corriendo con nosotros”, detalló, sobre la fiebre de los argentinos por el dólar en 1962 en el marco del ciclo Tato siempre en domingo. Así, tras un comienzo de su ciclo propio en Canal 9, dos años después pasó a Canal 11 donde el ciclo estuvo al aire durante seis años, para luego cambiar de nombre a Por siempre Tato en esa misma pantalla. En 1973 desembarcó en Canal 13 donde desarrolló el resto de su carrera, salvo un año en Teledos, en 1988, y otro en Telefe, el último año en pantalla. Tato Bores en 1990 habló sobre el ajuste previsto Pero claro, él no estaba solo en esa nave insignia del humor político, y entre sus guionistas se puede encontrar la pluma de Landrú en un primer momento, luego César Bruto durante 10 años, y posteriormente el español -radicado en la Argentina desde los 9 años- Jordán de la Cazuela, uno de los nombres más apreciados por la industria, quien falleció en un accidente de avión a solo tres años de haber sido parte del núcleo duro del comediante. Luego llegarían Aldo Cammarotta, Juan Carlos Mesa, Carlos Abrevaya y Jorge Guinzburg, entre otros, que se repartían la escritura de los monólogos y de los sketches. A principios de los ‘80 lo acompañó la dupla de Geno Díaz y José María Jaunarena, que fallecieron con dos años de diferencia. Tras ello llamó al periodista y humorista Santiago Varela, a quien se le advirtió desde un primer momento: “Mirá, los dos últimos guionistas que tuve murieron de enfisema de pulmón”. Ese día dejó de fumar. Varela comenzó a trabajar en 1988 en la época de Tato Diet, en Teledos, y fue el guionista que lo acompañó hasta el final de su carrera. En esa época, lejos de los mails, él enviaba el guion de seis carillas y 10.000 caracteres en una moto los días lunes, para que hasta el jueves Bores los estudiara y se grabara el viernes, previo a su salida al aire de los días domingos. El periodista y escritor Santiago Varela fue el autor de monólogos memorables de Tato Bores (Télam) “Hubo algunos autores que eran de la UCeDe y otros peronistas, era policromático, no había problemas mientras se mantuviera el personaje”, rememoró hace un tiempo en charla con el Canal Net sobre si afectaba en algo el cambio de nombres a lo largo del tiempo. De hecho, reconoció que eran tan buen alumno que no decía una sola palabra que no estuviera fuera de lo estipulado en los escritos. Guionista del Monólogo 2000 que da comienzo a esta nota, incluso él mismo era dueño de los billetes que se mostraban en cámara para dar cuenta de cuántos ceros se le había sacado a la moneda nacional en cada cambio de denominación, Varela nunca se sintió orgulloso de que cada uno de esos textos, vistos en la actualidad, mantengan vigencia. “Habla de lo mal que estamos nosotros porque estamos repitiendo las cosas”, aseguró. “Lo que más siento es que se repiten las mismas situaciones, y a veces hasta casi con la misma gente”, se lamentó. A pesar de su fallecimiento en 1996 debido a un cáncer óseo, la influencia de Tato Bores perdura en el recuerdo del público y en las nuevas generaciones de comediantes que ven en él a un pionero de la crítica social a través del humor.

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