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  • Comenzó trabajando con su padre desde muy chico, se independizó y logró objetivos que nunca había soñado

    » Clarin

    Fecha: 26/04/2024 09:44

    Aníbal Trossero (51) es contratista y productor en su pueblo natal Freyre, Córdoba, lugar de donde es su familia. Se inició con su padre, Luis Alberto, prestando servicios en la confección de fardos cuando la zona era eminentemente tambera. “Fuimos muy fuertes en la confección de heno y siempre tuve una sola máquina, pero la hice rendir por cinco logrando la mejor organización, prestando mucha atención a la logística. Por ello siempre tengo programado el paso que voy a dar y procuraré que rinda, que no sea un paso en falso. Cuando yo era chico mi papá tenía una enfardadora de fardos prismáticos importada de EEUU, marca John Deere del año 1957 que cambió por otra en 1963, máquinas que deben haber recorrido la colonia unas 25 a 30 veces”, comenzó explicando parte de su éxito. Ahora Aníbal tiene guardada aquella enfardadora, “Esta reparada con todos sus componentes lo más originales posible, obviamente gastada. No obstante, si la pusiera a trabajar no habría problema. Con ella se hizo muy conocido mi papá como alguien que siempre hacía funcionar bien una máquina con los pocos recursos disponibles. Era como un reloj suizo marchando entre las plantas y la tierra, y hay que ser muy capo y saber mucho para ponerla a punto”, contó. Luis Alberto (a la izquierda) y Aníbal estrenaron la roenfaradora con recolector ancho en el 2005, en un rastrojo de sorgo muy frondoso en una gran seca de invierno luego de excesos de agua en verano. "Hicimos 1600 rollos en 15 días", recuerda Aníbal. Cuando tenía 5 años su papá lo llevaba a trabajar con él y a los 8 se sentaba en el manubrio. A los 13 ya manejaba y a los 15 me emancipó y se compró la primera máquina, que era una arrolladora Implecor. Recuerda que en 1987 fuera ante el juez y mi papá firmó un documento para que yo pudiera facturar, ya era responsable inscripto. “Un poco antes, más precisamente en el año 1983 y con 1.700.000 fardos hechos, la enfardadora de fardos cuadrados fue remplazada por la rotoenfardadora, precisamente cuando comenzaba el furor del rollo que se estiró hasta el 2015. Cuando en los 90 se abrió la importación de equipos, compramos la rotoenfardadora número 4 que entró al país, que era sin pateador y con el recolector chico”. "Entonces, aprendí que una máquina costaba 1.000 dólares por correa y que cuando tenía 12.000 rollos con 5.000 dólares con dos campañas hechas, las cambiaba antes de renovar las correas, así llegue a cambiar 15 arrolladoras nuevas. Es decir, siempre me manejé con máquinas nuevas, producto de mi previsión y organización”, agregó. Aníbal gusta de hacer una huerta en lugares donde no es posible entrar con la sembradora por cuestiones de alambrados y otras. Es para consumo, lo que no consume lo comparte con amigos y vecinos. La cosecha y el desarrollo de rastrillos en “V” Luego, durante tiempo, suspendió su tarea de contratista debido a razones de salud hasta que en el 2.000 agregó el servicio de cosecha de granos y para ello compré de una cosechadora John Deere 1165 de 4 sacapajas que en ese momento llegaban desde Brasil a 50.000 dólares. "En pleno boom de la soja, la hice trillar muchísimo, tarea que dejaba buena plata. Al poco tiempo, en el 2003 la cambié por otra modelo 1450 de 5 sacapajas y 23 pies de corte, un poco más grande y moderna. Luego en el 2008 compré un modelo 1550 con 25 pies de corte”. “Siempre me gustó mucho ir arriba de las máquinas, y si contrato una persona, por más que le asigne un porcentaje de participación en el negocio, la mitad del tiempo irá él y la otra mitad iré yo en la cabina y es que me parce que si no voy yo arriba de la máquina no rinde”, apuntó. En lo que hace a rollos, en el 2005 compró una rotoenfardadora con el recolector ancho (el “megawide”) que fue un avance notable por su poder de recolección respecto a lo visto hasta el momento, un tractor con caja power shift (hacía los cambios de velocidad sobre la marcha) y un rastrillo que juntaba doble hilera modelo estelar en V”, cuando esos rastrillos aún no andaban bien en la zona por falta de experiencia. Desde la izquierda, Tomás, Gaspar, Analía y Aníbal, verano 2024. Recuerda que haber probado como 11 modelos de rastrillo distintos, “Tanto es así que desarrollé uno con un señor de La Francia, Córdoba, sobre un chasis de un cincel, con dos ruedas que me daba una gran velocidad de traslado entre campos, lo podía llevar a 80 km/h con una camioneta a la noche”, describió. “Con ese rastrillo, mientras la rotoenfaradadora trabajaba en un lote, yo podía trasladarme a otro para engavillarlo y cuando llegaba la máquina, el pasto no estaba mojado porque lo había engavillado temprano. No todos saben manejar el pasto y la henificación es algo muy delicado. Estos son algunos de los detalles que ayudan a entender ese manejo para hacer heno que es difícil de comprender y más difícil es hacerlo bien. Un golpe de viento te deja trabajar una hora más, o con un golpe de rocío vas hasta la punta y no venís más de vuelta”. La primera rotoenfardadora que compró Aníbal cunado tenía 15 años, el tractor era del abuelo y estaba fuera de uso Por otro lado, afirma, que siempre adoptó la tecnología para mejorar las condiciones de trabajo, y siempre pensó que si hay aire acondicionado hay que comprarlo, si hay caja automática también, y si vienen vidrios polarizados para que no haga tanto calor en la cabina, hay que ponerlos. "Todos los adelantos tecnológicos hay que aprovecharlos cosa que nos permita hacer bien el trabajo bien y regresar satisfechos a su casa que un día cualquiera como hoy, y me pueda juntar con un amigo para volar en paratrike, por ejemplo, sin que eso no te parezca una cosa de locos", sentenció. La producción de cultivos y el equipo En equipo con sus dos hijos, Gaspar y Tomás, Aníbal trabaja 300 hectáreas en alquiler aplicando la siguiente secuencia de cultivos: luego de soja de 1ra siembra trigo, y donde hace soja de 2da sale a maíz y luego soja de 1ra, para ir a trigo y continuar con una soja de 2da. “De esta manera las rotaciones son a tres años sin interrupciones salvo excepciones como ocurre con la chicharrita que hará que corte el maíz la próxima campaña. Solo si tengo humedad en septiembre haré maíz de primera. Este año hice 66% de maíz y 33% de sorgo de las hectáreas con gramíneas de verano. Con ellas siempre apunto a 100 ha para aportar materia orgánica al suelo”. La enfaradora modelo 57, maneja el papa Luis Alberto y Aníbal observa. Como equipo de máquinas cuentan con una sembradora de maíz de 14 surcos 52 cm con simple fertilización y su tractor de 135 Hp, una embolsadora y extractora de grano seco. Para cosecha tienen una axial John Deere S 550 con cabezal de 30 pies. “El otro día le hicimos alguna reparación que costó 5 millones de pesos, a lo que sumamos otra cantidad similar por el cambio de una cubierta que se rompió por accidente en la campaña pasada. Ahora digo, si tenés para cambiar la goma, no podés privarte de pasar unos días en Brasil que te sale unos 2.500 dólares, creo que tenés que ser lo suficientemente inteligente para hacer esa cuenta”. Como idea central, Aníbal sostiene que una de las bases del éxito de su trabajo es tener un muy buen galpón, bien equipado limpio y ordenado, “Desde 2000 en adelante las máquinas no pueden quedar a la intemperie porque todo tiene cablecitos y sensores, cada vez más plástico, son cosas que no pueden al aire libre ni al alcance de los ratones”. Invertir en felicidad Aníbal valora el tiempo que pasa con la familia, “Los Trossero nacemos con el puño cerrado para agarrar el manubrio de la moto, actividad que practiqué porque creo que si hay tiempo para trillar, también hay tiempo para hacer cross y siempre nos divertimos mucho con las motos, con las que hacemos travesías por lugares como las Dunas del Nihuil o Cañón del Atuel en Mendoza. sostengo que es importante invertir en felicidad”. También valora los viajes hechos con la familia por toda la Argentina contando con el conocimiento de su esposa, Analía que es profesora de geografía con mucho foco en su profesión, como también destaca un viaje a Europa, con gran ritmo, “que no podés hacer a los 70 porque ni no te da el cuerpo. Es que hay que hacer las cosas cuando es tu día”, señala con énfasis. Los Trossero invierten en felicidad. En el Machu Picchu desde la izquierda, Adolfo, Analía, Gaspar y Tomás. Los Trossero en Freyre Aníbal cuenta que tiene hecho un museo con las herramientas de su padre y su abuelo Eduardo Pío, “Ellos mismos las fabricaron, porque cuando tenían que sacar un bulón, no iban a la ferretería si no que hacían la llave correspondiente. Mantengo la fragua, la agujereadora y el yunque”. En seguida pregunta “¿viste alguna vez un yunque gastado? Sin detenerse agrega, “Recuerdo que el abuelo a las dos o dos y media de la tarde arrancaba de nuevo y cuando se bajaba del rastrojero arrastrando los pies, porque ya estaba viejo, pasaba por el yunque y le pegaba un martillazo, y yo no entendía porque, hasta que caí en la cuenta que aquel campanazo le traía nostalgia de los años de trabajo con los hermanos. No puedo imaginar las horas que ellos pasaron en esa herrería, un galpón de 4 x 4 x 2,5 metros de alto ¡Andá a saber todo lo que martillaron ahí dentro!”.

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