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  • Un niño tendrá más oportunidades si va a la escuela

    » La Nacion

    Fecha: 26/04/2024 00:20

    Escuchar Hay dos textos fundantes de la Teoría del Capital Humano, escritos, uno por Theodore Schultz en 1961 Inversión en Capital Humano, y otro por Gary Becker, Capital Humano, elaborado tres años después, que pueden servir para clarificar la visión que tiene el liberalismo sobre la educación y en especial, sobre la sostenida por el dinero del Estado. Estos autores intentaban explicar en qué medida la educación contribuía al aumento del PBI de un país, influenciados entre otras cosas por el gran interrogante sobre el tema: ¿el desarrollo educativo es consecuencia del crecimiento económico o a la inversa? Para Becker y Schultz el aumento del capital físico y laboral no alcanzaban para explicar el crecimiento, lo educativo, entonces, debía explicar una parte. Sus análisis fácticos y teóricos los llevaron a elaborar la Teoría del Capital Humano que sostiene que los recursos que se destinan a la educación son una forma de inversión que rinde beneficios. Los trabajadores y empleados ganarán más dinero (tendrán más habilidades y conocimientos) a medida que aumente su educación. Por otra parte, todo aprendizaje excede la propia vida, convirtiéndose en un capital que se acumula socialmente. Primera conclusión: la inversión en educación crea activos en forma de conocimientos y habilidades que incrementan la productividad personal, empresarial y de un país. Los profesores de la Universidad de Chicago, una institución ortodoxa en materia económica, agregan una consideración importante en sus estudios: creen que los Estados deben promover una educación de base ancha (gratuita y obligatoria, como los liberales argentinos de fin del siglo XIX), financiada públicamente (es decir con impuestos, que huelga decir, pagan lo que es de todos). Y, además, sostienen que se debe incentivar a los individuos para que se formen y a las empresas para que hagan lo propio con sus empleados. Segunda conclusión: la educación genera beneficios económicos indirectos: impacto sobre las generaciones futuras y una retroalimentación positiva que se da entre los trabajadores no formados o menos formados al trabajar con los más educados, así como también, beneficios no económicos (bienestar) personales. Los sistemas educativos públicos, en esta línea de pensamiento, son una inversión necesaria dado que junto a las ofertas del sector privado y lo que los particulares se pueden proveer y las empresas financiar, producen una sinergia positiva para el crecimiento y desarrollo de un país. La educación aumenta la libertad individual en la medida de que es un derecho que permite elegir mejor sobre la vida personal y social. Incrementa (y crea) opciones, construyendo sociedades más abiertas, diversas y plurales. Por esa razón las naciones más prosperas, conscientes de que las posibilidades personales son el resultado de múltiples factores y no solo consecuencia del esfuerzo individual (aunque sea este relevante), sostienen sus sistemas y se ocupan afanosamente en su mejora. Ergo, siempre un niño o niña tendrá más oportunidades vitales asistiendo regularmente a la escuela.

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