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  • La habitación para pensar de David Lynch que es furor en Milán

    » La Nacion

    Fecha: 24/04/2024 18:26

    Escuchar MILÁN.- Calma, quietud e introspección por dentro. Vértigo, estímulos de todo tipo y multitudes frenéticas por fuera. La instalación que David Lynch montó en la 62° edición del Salón Internacional del Mueble de Milán funcionó como un guiño a la exploración cultural que inició esta gran usina de tendencias de diseño que finalizó el domingo con un récord de visitantes: más de 361 mil personas, el equivalente a seis estadios y medio de Boca Juniors llenos. El director de cine y artista visual estadounidense (Terciopelo Azul, Twin Peaks) asumió el desafío de jugar con los contrastes. Si los pabellones del predio ferial son una máquina constante de estímulos visuales, Lynch procuró llevar a los mismos visitantes a un estado onírico, más cerca del líquido amniótico y la amortiguación de sentidos que del frenesí digital por capturar las novedades de diseño. Mientras los pasillos del Salón Internacional del Mueble de Milán son una ametralladora de estímulos, la instalación del director David Lynch propone una pausa introspectiva Gentileza Salón Internacional del Mueble de Milán Así, dispuso Interiors, una experiencia inmersiva en dos puestas escenográficas idénticas: The Thinking Room. Las salas circulares, casi en penumbras, con cortinas ondulantes de terciopelo rojo, funcionaron como una pausa y encabezaron el programa cultural que este año impulsó el Salone con charlas, mesas redondas. Francis Kéré, el arquitecto de Burkina Faso que ganó el premio Pritzker en 2022, y la arquitecta Jeanne Gang abordaron distintas problemáticas actuales. "La propuesta me hizo bajar varios cambios, me llevó a otra dimensión, la disfruté”, contó la diseñadora argentina Fabiana Ríos Quienes disfrutaron las obras maestras de Lynch encontraron en esta piel aterciopelada similitudes estéticas con los interiores icónicos de sus películas. Una vez que se descubre la entrada –las cortinas no se abren de par en par–, el visitante traspasa esa frontera escenográfica para sumergirse en un dispositivo escénico que transforma el rojo en total oscuridad. Curada por Antonio Monda, autor italiano, la expo que indaga en estas “habitaciones para pensar” está equipada con un gran sillón central con espacios de guardado para todo tipo de herramientas creativas: pinceles, lápices, acuarelas, crayones, hojas en blanco. Siete cilindros dorados lo conectan al techo, mientras que unos pocos nichos con imágenes elegidas por el cineasta –si no perturbadoras, inquietantes al menos–, un espejo y un reloj acompañan la escena. Mensajes por la paz y dibujos espontáneos son moneda corriente. “Dibujé las líneas de unos molinos antiguos, con mucho humo y nubes. Una metáfora del drenaje, de las chimeneas que expulsan lo tóxico desde el interior al exterior. La propuesta me hizo bajar varios cambios, me llevó a otra dimensión, la disfruté”, contó la diseñadora argentina Fabiana Ríos. “Es un oasis de tranquilidad entre todo lo que hay que ver, que es muchísimo. Valió la pena la media hora de cola”, dijo Guendalina, arquitecta italiana, otra de las miles de maratonistas que caminaron de punta a punta la feria y se detuvieron un instante a cumplir la consigna de Lynch: pensar. David Lynch Dean Hurley Azul, oro, silencio. El montaje que contó con la colaboración del departamento de escenografía del Piccolo Teatro di Milano, tradujo la imaginería y el pensamiento artístico de David Lynch en una instalación concreta. “Incluso pensar en una sala para pensar es agradable de imaginar”, dijo el cineasta antes de la inauguración. Monda, por su parte, señaló que para el director de Carretera Perdida “no hay nada inanimado y nada que no posea una vitalidad íntima y vibrante. Este concepto cobra brillo en todo lo que crea: en sus películas visionarias, en su arte figurativo y en los muebles que diseña. Las salas para pensar nos sumergen en un universo armonioso, reafirmando que el verdadero arte no da respuestas, sino que plantea preguntas”, subrayó el curador. En tanto, Maria Porro, presidenta del Salón, le agradeció a Lynch por “permitirnos entrar en su mundo y su proceso de pensamiento. La instalación es inspiradora y genera una agradable sinestesia: se trata de estímulos que implican múltiples sentidos, donde se puede sentir el azul y ver el silencio. Aquí, el protagonista es la sobrecarga sensorial, que también servirá para interpretar mejor las visiones de diseño fuera de estos límites”, dijo durante una conferencia de prensa. Una habitación vacía, una hoja en blanco: dispositivos mínimos para estimular los pensamientos creativos.

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