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» El Sol
Fecha: 23/04/2024 07:15
Una de las maneras recurrentes de ocultar negociados o kioscos de la política es camuflándolos en causas justas; en figuras legitimadas por la opinión pública, de manera tal que cualquier intento de ponerlas en duda generaría una reacción inmediata. Son parte de un contrato social que fue raptado por movimientos militantes y que quedó rehén de esa situación, hasta quedar deslegitimado por culpa de quienes usufructuaron hasta romperlo. En esa inercia ingresaron las universidades públicas. Dejaron de ser el faro de la cultura y de la educación argentina para transformarse en refugio de quienes encontraron allí el sitio indicado y bajo la línea de radar para hacer todo tipo de tropelías. Abusaron de sus presupuestos y de sus jerarquías. Actuaron en nombre de esas casas de estudios para todo tipo de atropello y se ampararon en el impacto emocional que tiene para la sociedad el concepto de “universidad nacional, pública y gratuita”. Del mismo modo en que ocurrió con la defensa de los derechos humanos y del feminismo, se robaron una bandera noble que pertenecía al pueblo y distorsionaron su verdadero objetivo. Y al frente de esa situación, diferentes agrupaciones políticas se fueron repartiendo cajas y actividades que poco tienen que ver con la naturaleza universitaria. Desde el financiamiento de actividades partidarias hasta un sistema de becas para favorecer el ingreso de militantes a los organismos del Estado, en una situación extrema de precarización laboral ante la mirada cómplice de los sindicatos. Rechazar medidas de control, auditorías y supervisiones, y contrarrestar esos proyectos con marchas que supuestamente son para proteger la educación pública, no es más que evitar que puedan descubrirse estructuras corruptas o, en otros casos, privilegios de quienes se acostumbraron a militar con fondos públicos. Defender a las universidades es, también, poder sacar a quienes se adueñaron de ellas y las convirtieron en un botín para sus propios beneficios. Me gusta: Me gusta Cargando...
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