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  • El interminable “periodo especial” cubano

    » Hoy Dia

    Fecha: 23/04/2024 03:08

    Cuba transita la tercera década del siglo XXI sumida en una profunda crisis económica, desbordada ya hacia lo social y lo político. El «Periodo Especial en Tiempos de Paz», tal como el gobierno denominó la crisis que sucedió a la caída del bloque socialista, se ha hecho interminable para no pocos hogares. En 1990 Cuba venía de una etapa de relativa prosperidad, con servicios sociales robustos y una desigualdad de ingresos pequeña. Pero luego de casi tres décadas de estancamiento económico y creciente diferenciación social, se han resentido los sistemas sanitario y educativo; la famosa libreta de abastecimiento entrega poco y cada vez menos, con intermitencias y retrasos; la redistribución de la riqueza se ha debilitado notablemente en medio de necesidades acrecentadas de una parte no despreciable de la población. En síntesis: el pastel se ha hecho más pequeño y se reparte de manera menos equitativa. El índice de producción industrial (1989=100) sólo llegó a 46 en 2022. Para el sector azucarero, otrora locomotora de la economía, esa cifra fue de 7. La zafra más reciente fue aún peor. Las producciones agropecuarias se han deprimido sustancialmente: comparando 2022 respecto de los niveles de 2018: las “viandas” cayeron 19%, arroz 69%, porotos 57%, leche 36%, huevos 15% y la carne de cerdo cayó un 90%. Un panorama similar se observa en el sector externo. Tomando los valores de 2013 como referencia, las exportaciones se han reducido a menos de la mitad y las importaciones, 37%. En el último año se logró renegociar algunas deudas con Rusia y China, pero la situación financiera externa es de máxima tensión. Estos choques se han expresado en crecientes desequilibrios macroeconómicos: la inflación se disparó a partir de 2021 y las cifras estimadas sugieren que la inflación efectiva es superior a la reportada por fuentes oficiales y llega a cifras de tres dígitos. Un efecto paralelo es la depreciación del peso, cuya cotización en el mercado informal pasó de 40 pesos por dólar hasta 340 pesos, lo que representa una pérdida de 88% de su valor. Las causas inmediatas se hallan en los abultados déficits fiscales, la caída de ingresos en divisas y la severa contracción de la oferta de bienes y servicios. Las propias autoridades han planificado un déficit público equivalente a casi 20% del PBI para 2024. Más allá de las onerosas sanciones de EEUU (el bloqueo), es evidente que el modelo actual es incapaz de dar respuesta a las legítimas aspiraciones de los cubanos. Su inviabilidad económica ha sido reconocida abiertamente por aliados habituales de la isla, como China o Vietnam. Sin embargo, el guion de las autoridades permanece inalterado. En medio de consignas huecas se introducen ajustes intrascendentes sin mayor impacto. Es preocupante la incapacidad demostrada para elaborar un plan de recuperación atemperado a las condiciones actuales, internas e internacionales. El devenir de las empresas privadas (pymes), autorizadas en 2021, ofrece un ejemplo revelador. Históricamente, el gobierno se ha movido entre su aceptación a regañadientes y la hostilidad abierta. Ello redunda en restricciones que impiden que estas desarrollen todo su potencial. Pese a todo, el sector no estatal (privado y cooperativo) ya ofrece trabajo a 36% de los ocupados formales. En términos de empleo, la empresa estatal dejó de ser el actor con dominio absoluto en la actividad productiva. Las autoridades cubanas asisten a esta realidad con una mezcla de perplejidad y desorientación. A las pymes se las responsabiliza de casi todos los males (inflación y desigualdad), mientras que se espera que hagan una contribución sustancial a la mejora de la situación. En diciembre de 2023, el gobierno anunció nuevas iniciativas de política económica destinadas a corregir distorsiones e impulsar la economía. Las propuestas versaron sobre el papel del sector privado y las pymes, el comercio internacional y las regulaciones arancelarias, la inversión y el mercado de divisas e incluyeron incrementos de precios y reducción de subsidios. En marzo de este año se comenzaron a aplicar los fuertes aumentos de los combustibles y la electricidad, y más recientemente, al tabaco y los cigarros habanos. Estas medidas parecen tener, no obstante, un potencial limitado para contribuir a la recuperación económica. La estrategia fiscal se centra más en la recaudación de ingresos que en contener los gastos, como lo indica la incompleta información presupuestaria presentada. Los incrementos en los precios y la venta de productos en dólares son asociados al objetivo de reducir los subsidios, aumentar los ingresos presupuestarios y controlar el déficit fiscal. Sin embargo, las proyecciones del gobierno indican que el déficit en las cuentas públicas continuará creciendo en 2024. El futuro inmediato aparece muy problemático. El escenario más favorable sería una contención de los impactos más severos de la crisis, como la escasez de alimentos y medicinas, o los apagones, que solo podría llegar de la mano de apoyos concesionales de aliados extranjeros. No queda claro qué se entregará a cambio. ¿Puede Cuba desplegar todo su potencial en medio de un conflicto permanente con EEUU? No parece probable. ¿Volverá a ser la geopolítica mundial un factor primordial en la viabilidad de la isla? Ojalá que no. Pero no se debería apostar a una mejora del entorno externo para esquivar las impostergables transformaciones que urgen en el ámbito doméstico. Un nuevo paradigma de desarrollo es imprescindible.

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