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  • El machismo a la italiana: ¿comedia o tragedia?

    » Clarin

    Fecha: 20/04/2024 07:56

    Vení, sentate que yo te explico. El humor sirve para un montón de cosas, y también como anestesia, para “meter el bisturí en temas serios”, como dijo hace poco el autor español Alejandro Cuevas. Porque eso es justo lo que hace ahora con su cámara la directora de Siempre habrá un mañana, la película italiana que acaba de estrenarse acá y habrá que ir a ver para entender cómo se pueden decir (y mostrar) las cosas más dramáticas con recursos de comedia. Con efectividad. Escena 1: Cama matrimonial. Ella se despierta y lo saluda a él con un “buongiorno”. Recibe un cachetazo de respuesta. Porque sí, a quemarropa. Un sopapo que recibiremos todos en la platea, para despabilarnos de entrada nomás. Ese será el ritmo del filme, ambientado en la Italia de la posguerra. Escena 2: Un anciano postrado, en piyama, escucha cómo su hijo golpea a la mujer. Una y otra vez, día tras día. E intenta “ayudar” de alguna manera a su nuera, que es la que lo atiende y lo cuida. Cínico, el viejo cascarrabias llama entonces a Ivano, y desde el fondo de la cama le explica cómo son las cosas: “A las mujeres no hay que pegarles todos los días. Tenés que hacer como hacía yo: a tu madre le pegaba una sola vez. Fuerte y listo”. Retrato de familia, en "Siempre habrá un mañana". La lucha contra el patriarcado y la violencia de género se ha contado de mil maneras en los últimos años, pero esta que propone Paola Cortellesi en su opera prima es tan original que en Italia superó en espectadores a la multipremiada Oppenheimer. Porque la directora, que además es comediante y protagonista de su propia película, toma riesgos y no le teme a nada. Menos a la incorrección política. No fija la cámara en la historia de sufrimiento y sacrificio de Delia, ama de casa condenada a coser, limpiar, cuidar a enfermos y aguantar a su marido porque “pobre, combatió en la guerra”, sino que recurre al vuelo poético para mostrar cómo Ivano golpea a Delia. ¿Y cómo lo hace? Con una cuidada coreografía en blanco y negro. Es la forma que encuentra para transformar el drama doméstico en otra cosa, en una especie de baile donde vuelan las bofetadas como si fueran parte de una comedia musical grotesca. ¿Funciona? Muchísimo. De otra manera los golpes serían intolerables. Y sirve para denunciar, por ejemplo, que en la Argentina hay un femicidio cada 27 horas , y que los derechos conquistados no son eternos: hay que defenderlos todos los días. Ivano, en "Siempre habrá un mañana". La directora debutante pone el foco también en la primera vez que las mujeres pudieron votar en Italia. En las imágenes que buscó para documentarse se las pude ver con las boletas electorales en las manos, apretadas contra el pecho, “como si fuesen cartas de amor”, según escribió en aquel tiempo una periodista italiana. El Estado les daba entonces el derecho de ser importantes, y la idea de Cortellesi fue celebrarlas con humor. Porque para ella “el humor realista de la vida ordinaria ayuda a entrar en la Historia”.

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