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  • Eduardo Belliboni estuvo internado al borde de la muerte: “Perdí alguna de las siete vidas, pasé 15 días con 40° de fiebre”

    » Infobae

    Fecha: 20/04/2024 02:44

    Foto: Gustavo Gavotti — ¿Y uno se muere y qué pasa? — Y uno se muere y quedará en algún tiempo el recuerdo de lo que fue, en los familiares, en los amigos, y se termina la vida y uno habrá vivido como le pareció que había que vivir. — ¿No hay nada más? — No, lamentablemente. Ojalá hubiera. Pero no, lamentablemente no hay, ojalá uno tuviera otra vida. La neumonía casi me mata, si tenía siete vidas perdía algunas, me quedarán cinco o seis. El que reflexiona sobre la vida y la muerte es Eduardo Belliboni, el piquetero más conocido del país habla y se agita. Los veintiún días de internación, quince con fiebre de 39° y 40°, le hicieron perder masa muscular. Adelgazó veinte kilos. Y en un hombre de un metro noventa centímetros, se nota. Por momentos se mueve con dificultad. Camina lento. La parca volvió a cruzarse en su camino, pero, una vez más, la esquivó. El 2 de abril estuvo internado en terapia intensiva después de haber sido rociado con gas pimienta. Mucho antes, el 20 de octubre de 2010, las balas pasaron zumbando a la altura de sus orejas. Fue durante la protesta ferroviaria en que asesinaron a Mariano Ferreira. Tiene 64 años. Sufre de arritmia, tiene dos bypass y siete stents. Su padre y hermano fallecieron por problemas cardíacos. “Yo pensé que también me iba a morir a la misma edad que ellos”, reconocerá. En una entrevista con Infobae, el dirigente del Polo Obrero y referente del Bloque Piquetero Nacional habla de política, del Gobierno de La Libertad Avanza, de la falta de alimento en los comedores, de la baja en los planes sociales y la posibilidad de saqueos. Sin embargo, una y otra vez, el fantasma de la muerte cruza el diálogo abierto y franco. Reconocerá, por ejemplo, que durante sus días afiebrados “deliraba con volar a Milei por el aire”. Eduardo Belliboni temía que iba a morir por un problema cardíaco como su padre y hermano a los 42 años Foto: Gustavo Gavotti “Se muere Chiquito” — ¿Cómo es haber estado al borde de la muerte? — Al principio los médicos creían que tenía dengue. Me daban paracetamol, pero estuve quince días con fiebre. No encontraban la forma de bajarla, tenía 39°, 40°, los médicos no sabían qué pasaba. Estuve tres semanas en el hospital Iriarte de Quilmes, que me atendieron muy bien, por cierto. Ahí perdí alguna de las siete vidas. — Pero no era dengue. — Lo que finalmente tenía era una neumonía. Me dijeron que era refractaria. No salía en la tomografía, por eso no me estaban tratando por el tema fundamental: la pulmonía que se agravó y terminó en neumonía que claramente me podía llevar a la muerte. Yo tengo 64 años y vengo de un ritmo complicado, estuve internado en terapia intensiva el 1° de febrero porque la policía me roció con gas pimienta durante la represión en una las marchas contra la Ley Ómnibus que se debatía en el Congreso. Se me inflamaron las glotis, no podía respirar y me llevaron en un ambulancia del SAME. Arrastro varias enfermedades de base: tengo dos bypass y siete stents. Tengo un cuerpo corroído de alguna manera, con mucho recorrido y yo he tenido trabajos complejos también. Los laburos también te desgastan. Por ejemplo, he trabajado en una carbonería. Estás todo el tiempo con el carbón que tenés que embolsar en bolsitas y lo hice desde muy chico eso. — El polvo ese va a los pulmones. — El polvo ese va a los pulmones. Después trabajé de colectivero, eso te afecta los nervios y los riñones. Es trabajo insalubre, a pesar de eso casi todos trabajan doce horas para poder sobrevivir. Yo no trabajé tanto tiempo en el colectivo porque, como en todos los lugares, me dediqué a organizar a los trabajadores y me echaron, lamentablemente pasó lo mismo en el ferrocarril, en la UOM; trabajé en Saiar, donde también era un trabajo muy difícil porque trabajaba de seis de la tarde a seis de la mañana y eso te desgasta el cuerpo de una forma. Ahí se fabricaban los tachos para pintura que en aquella época eran todos de metal. También se hacía el interior de los termotanques. Cuando me tocaba la línea de producción salía como Chaplin en Tiempos Modernos. Pasaban los tachos y vos tenías que poner la manija. Los tachos pasaban uno tras otro. Ahí un compañero perdió la mano en el balancín mientras estaba cortando las tapas. — ¿Cuántos días pasaron desde que ingresaste al Hospital por supuesto dengue y te diagnosticaron neumonía? — Después de 17 días. La neumonía avanzó bastante y la fiebre me llevó a momentos de delirio. La fiebre no me dejaba dormir. Estaban todos muy preocupados. Yo no entendía qué me pasaba y la verdad que, entre todas las cosas que uno tiene de salud con 64 años, ahí anduvimos perdiendo alguna de las siete vidas, me parece. El 1 de abril, durante la marcha contra la Ley Ómnibus, Eduardo Belliboni fue internado en terapia intensiva por problemas pulmonares después de recibir una descarga de gas pimienta (Nicolas Stulberg) — ¿Y llegaste a estar en terapia? — No. Lo estuvieron analizándo, pero como la idea seguía siendo el dengue esperaban que con el paracetamol en algún momento bajara la fiebre, hasta que en una de las tomografías aparece la mancha en el pulmón. Inmediatamente me dan antibióticos y al otor día me bajó la temperatura. La verdad que tengo un enorme agradecimiento por ese hospital público. Todos pensaban que me iba a morir. Del Bolsón llamaban desesperados “se muere Chiquito”, porque a mí me dicen “Chiquito”. En el hospital hubo todo un revuelo, venían compañeros a cuidarme a la noche y yo no entendía por qué me venían a cuidar, decía: “¿Para qué vienen acá si tengo fiebre nomás? Váyanse”. Todas las noches y durante el día había alguien cuidándome porque la preocupación era mucha y la verdad que el hospital se preocupó mucho. Y vino también un amigo mío médico, al que tengo que agradecerle, Adolfo Wachs, es un amigo de la infancia, piensa exactamente lo opuesto que yo en política, pero los amigos de la infinancia son los amigos de la infancia. También estaba preocupado, se metió en el tema, es el jefe de clínicas del Argerich y tiene una enorme experiencia en todo esto, así que también le agradezco a él. Todos estaban preocupados, menos yo que no me daba cuenta lo que tenía. La fiebre me impedía pensar. Estaba en un delirio permanente. “Deliraba con volar a Milei por el aire” — ¿Y con qué delirabas? — No sé si voy a poder decirlo. Yo diría con política, porque mi vida hace muchos años que atraviesa la vida política y deliraba con el fin de este gobierno tan desastroso. (Javier) Milei aparecía como un enemigo a derrotar, hay cosas que no las puedo decir, porque eran delirios. En esos delirios pensaba que lo mejor que podía hacer era volar a Milei por el aire. Estoy muy preocupado por lo que está pasando. En Capital bajó la matrícula escolar nocturna. En Tucumán tenemos registrado 15 mil casos de gente que no ha mandado a sus hijos al colegio, porque no le alcanza la plata, porque no tiene para comer, porque no tiene las zapatillas para ir al colegio, y decide no mandar al chico al colegio y la falta de comida. La gente está cada vez más débil. Estamos frente a lo que yo caracterizo como un retroceso civilizatorio, es más que problemas económicos, un ajuste, despidos; hay mucha gente que ha bajado los brazos, dicen: “Y bueno, ya no sé qué hacer”. En un momento, en el 2001, habían desaparecido los hombres de los barrios, el movimiento piquetero se nutrió muchísimo de las mujeres porque el hombre al perder su condición de proveedor casi como única condición de hombre, se iba de las casas y la mujer agarraba la bandera. — ¿Y ahora? — Ahora hubo un golpe muy fuerte en relación con la comida, de un día para el otro desapareció la comida. Vos imagínate que eso eran 5 millones de kilos de comida que se repartían en todo el país, un día no se repartió más, se terminó, no había más comida, eso significa que por lo menos el fideo, la yerba, a veces venían las arvejas, y a la noche comías algo o ibas al comedor, se hacía la viandita y venía el chico con el túper a buscar la viandita. Eduardo Belliboni, criticó en duros términos las políticas de Javier Milei — ¿Cómo hace un piquetero, un activista como vos para estar tres semanas internado con fiebre y tus compañeros de militancia piensen que te vas a morir? — Mira, la fiebre te debilita mucho. Cuando me bajaba un poquito me quería ir. Más viendo la feroz represión. Los sabes vos, lo sabe tu fotógrafo (por Gustavo Gavotti), yo no voy un ratito a las movilizaciones, soy de los primeros en llegar y de los últimos en irme. Me quería levantar el irme. Yo siento una responsabilidad enorme. Pero no me dejaban. La una neumonía casi me mata. Tuvieron que venir unos compañeros para retenerme. — ¿Los últimos incidentes los viste por televisión? — La última movilización que hubo con la represión la vi por televisión y creo que es lo peor que me pudo haber pasado. Me latía el corazón… cuando estoy en la movilización yo he participado en el Puente Pueyrredón, en represiones, cuando mataron a Mariano Ferreyra estaba al lado, y yo casi una cuestión de costumbre no me pongo nervioso, trato de ver los problemas, de estar sereno para poder intervenir. En la última movilización, en la del 9 de abril, yo ya estaba en mi casa viendo lo que ocurría. Pero con prescripción de no salir. Seguía muy débil. Y como quería ir igual, mi compañera me sacó la llave para que no me vaya y me cerró la puerta. “Vos no te vas” me dijo, y ella, que también es militante, se fue a la movilización. Y yo me quede encerrado y desesperado. — ¿En algún momento tuviste la convicción de que realmente estabas grave? — Después. Después me di cuenta de que me podrían haber llevado al otro lado. Bajé 20 kilos, no comía, no podía comer. Veinte días de fiebre te saca los músculos, te saca todo. Yo tengo afecciones de todo tipo y me di cuenta que podría haber muerto. El otro día nos reunimos con una serie de organizaciones, y me preguntaban “¿cómo estás?”, y les contesté: “bueno, con una vida menos, si tenía siete, después de todas las cosas que he pasado, tendré cinco o seis, pero porque he perdido alguna seguramente”. Eduardo Belliboni: "Bajé 20 kilos, no comí. Veinte días de fiebre te saca los músculos, te saca todo. Yo tengo afecciones de todo tipo y me di cuenta que podría haber muerto" Foto: Gustavo Gavotti — ¿Le tenés temor a la muerte? — El que no le tenga miedo a la muerte es porque tiene una misión mística de la vida, yo no la tengo. Y a mí me gusta mucho vivir, me gusta vivir para lo que hago, me gusta vivir para mí. Me gusta vivir como entiendo que hay que vivir, con lo que uno piensa, las convicciones, a mí me gusta mucho vivir y me gusta estar con amigos y me gusta hablar no sólo de política, hablar de música, hablar de literatura, cuando nos juntamos es eso, y hablar de cosas de la infancia cuando me junto con mis amigos de la infancia. Cómo no le voy a tener miedo a la muerte, por supuesto que sí. Ahora, no tengo otra forma de vivir. Tengo 64, la primera vez que fui a una movilización tenía 13 años y entonces mi concepción de la vida era la lucha por las necesidades populares que me incluían porque yo también tenía esas necesidades. — Pero justamente todos los enfrentamientos que tenés con la policía a veces te lleva a estar en riesgo tu vida. — Bueno, el día que mataron a Mariano (Ferreira) a mí los tiros me pasaron por acá (pasa las manos cerca de las orejas). — ¿Y uno se muere y qué pasa? — Y uno se muere y quedará en algún tiempo el recuerdo de lo que fue, los familiares, en los amigos, y se termina la vida y uno habrá vivido como le pareció que había que vivir. — ¿No hay nada más? — No, lamentablemente. Ojalá hubiera. Pero no, lamentablemente no hay, ojalá uno tuviera otra vida, más allá del debate ideológico, si se quiere filosófico sobre el problema de la religión y de las creencias, yo desde muy chico, inclusive en debates con amigos míos, que estudiaron, yo no pude estudiar, tuve que salir a laburar porque mi viejo falleció muy joven por la misma enfermedad que tengo yo, arritmia. Mi viejo falleció por un ataque al corazón, en esa época, no había bypass. Así que yo, sabiendo eso, me empecé a hacer estudiar el corazón dese temprano porque yo pensé que me iba a morir a los 42 años como mi papá y como mi hermano. Y tengo una enfermedad precisamente hereditaria. Pero desde muy chico discutíamos eso. En la década del ‘70 se discutían muchas cosas, nosotros nos juntábamos en la esquina con los pibes del barrio y discutíamos de todo, discutíamos de filosofía, aunque no supiéramos, algunos estaban estudiando y nos ayudaban. " Nosotros conseguimos con los piquetes haya comida en los comedores populares, antes no había. Los primeros piquetes como los de ahora, son para pedir trabajo", dice el dirigente del Polo Obrero (Franco Fafasuli) — ¿Y qué discutían de la muerte? — Discutíamos que la creencia en un ser superior constituye un refugio para muchos y yo no lo critico, pero lo que discutíamos era muy elemental, eran discusiones de pibes, era que la humanidad siempre había tenido una necesidad de creer en algo, en algún momento era el sol, era la luna, eran las estrellas, las distintas etapas de la humanidad atravesaron todo eso; pero que nosotros, los que estábamos ahí éramos pibes de barrio con pretensiones intelectuales no creíamos, porque no había un Dios superior, había una evolución de la humanidad, había un cosmos y la Iglesia encima no ayudaba mucho en el sentido de que había sido un factor de atraso, de ataque a las minorías a las mujeres, a quemar mujeres, la Inquisición, era un clima de época en ese momento y yo me formé un poco en eso, empecé a leer después porque me interesó el tema y llegué a la conclusión de que no hay un ser superior lamentablemente y que si lo hubiera estoy en la vereda de enfrente por las cosas que pasan, es decir: nos están haciendo pasar por cosas terribles y no hay por qué. — ¿Y pensaste algo de todo esto cuando estabas internado? — No, no, nunca, hasta en los momentos en los que también vi que me podían matar, varias veces dije “acá me matan”. — ¿Te dejó alguna secuela la neumonía tan fuerte? — Un enorme cansancio, me canso mucho y estoy más lento, camino mucho más lento, pero creo que tiene que ver con el ritmo, hay que agarrar ritmo. El primer día que vine a Capital que fue este lunes (15 de abril), después de haber estado todo este tiempo y un poco violando lo que me habían dicho los médicos, pero no me aguantaba más, fui a una reunión en Pompeya y me costó muchísimo volver, pensé hasta en acostarme en el suelo. "El 23 de abril hay una gran acción por las universidades que es claramente una necesidad de pelear por la educación. Yo tengo un gran respeto y una gran admiración por las universidades y la educación pública", recuerda Eduardo Belliboni Foto: Gustavo Gavotti Milei, el nuevo paradigma y las formas de protesta —Se que estamos hablando de temas casi existenciales, pero necesito preguntarte si no pueden buscar otra forma de protesta. Con el nuevo paradigma que estamos viviendo, Javier Milei capitaliza los incidentes, la violencia, los cortes, el enfrentamiento con la policía. — Mira, nosotros no empezamos con esta marcha y esta movilización, que no son de ahora, comenzaron en gobiernos anteriores. Esta pregunta que vos haces es la pregunta más repetida en la larga historia de los reportajes que he tenido. —No pretendo ser original. —Hemos hecho cualquier cantidad de cosas, por supuesto son las que menos visibilidad tienen, es decir: hemos hecho actividades, sobre todo actividades productivas, donde en una plaza mostras lo que se hace en los barrios. Hemos hecho actividades de difusión sobre problemas en los barrios de salud. Ahora estamos en una campaña contra el dengue, lamentablemente el único idioma que a veces entienden los gobiernos es cuando vas y te movilizas. Ahora, tenés razón en un punto Milei lo está capitalizando, pero eso es una simpatía circunstancial. Tratamos de pensar cosas todo el tiempo, pero lamentablemente la uncia forma que hemos encontrado es esta. — ¿Por qué decís que lo de Milei es “circunstancial”? — Es circunstancial. Mira, cuando te toca a vos te das cuenta. El otro día decía una profesora universitaria “me estoy convirtiendo de docente a piquetera”, y es lo que le ha pasado también a la clase media en el 2000, 2001, cuando empezó a decir “piquete y cacerola, la lucha es una sola”. Cuando te toca a vos te das cuenta que vas a un lugar, haces el reclamo, vas por la vía elemental de una sociedad, y no conseguís nada ¿Qué pasa con los cortes de luz?, la gente primero llama, no le dan bola; va al lugar, no le dan bola; y en un momento qué hacen cortan la calle y por lo general, le dan bola. — Entiendo que a veces no tiene difusión. En Reino Unido, una ONG para protestar por los niños muertos en Gaza y en Israel, pusieron sobre una playa cinco kilómetros de ropita de chicos y lo fotografiaron y lo mostraron con un dron. Fue impactante. Y lo mostró el mundo. — Eso tiene un efecto agitativo y nosotros sí hemos hecho ese tipo de cosas, te puedo decir por ejemplo desde el Polo Obrero y el Partido Obrero. Pero cuando vos tenés una reivindicación lo que vos buscas en discutir una reivindicación, entonces vos no buscas tener un efecto, vos lo que buscas es “che, mira, no está llegando esto”. Eduardo Belliboni vio por televisión los incidentes entre los manifestantes y la policía. Convalecía de una grave neumonía Maximiliano Luna — Cuando hay disturbios los medios titulamos por el lado del enfrentamiento, y no por lo que fueron a reclamar. La noticia pasan a ser los gases, los piedrazos, las balas de gima, los heridos… — Casi es inevitable y es la lucha que tenemos cotidianamente y es lo que nos pasó históricamente en el movimiento piquetero. El movimiento piquetero tiene una historia de 25 años y es lo que ocurrió siempre: lo que titula es que mataron a Teresa Rodríguez o a Kosteki y Santillán, pero lo que planteaban los compañeros en Cultra Co, donde murió Teresa Rodríguez y Kosteki y Santillán eran reivindicaciones, entonces acá viene el tema de ¿sirve luchar? Porque las huelgas también, muchas de las huelgas son en algunos casos la huelga de los docentes o la huelga de los enfermeros, es rechazada por una parte de la población, ni hablar de los medios que tienen toda una orientación en ese sentido. Pero guarda con eso. La mayoría de las veces las huelgas son derrotadas. Pero cuando triunfan han sido avances históricos para los trabajadores. Nosotros conseguimos con los piquetes haya comida en los comedores populares, antes no había. Los primeros piquetes como los de ahora, son para pedir trabajo. — Con Milei, hacen piquetes y la comida a los comedores no llega igual. — Bueno, ahora por Milei, pero la tuvimos. Esto recién empieza, tiene cuatro meses, vamos a ver qué pasa más adelante. Los planes sociales no fueron un invento de los movimientos sociales, fueron un intento de los gobiernos de contener una situación social. Este hombre está jugando con fuego, hasta ahora los programas sociales, la entrega de alimentos, los planes, es la forma que han inventado los gobiernos para contener a los que están fuera del sistema ¿sabes lo que hay después de eso? Los saqueos. El piquetero señala al gobierno como responsable de los últimos reclamos por la falta de alimentos en los comedores — ¿Va a haber una próxima marcha contra el gobierno? — Sí, va a haber varias acciones. — ¿Vas a participar? — Sí, claro. La primera es el 23. El 23 hay una gran acción que no es nuestra, que es la acción de las universidades que es claramente una necesidad de pelear por la educación. Yo tengo un gran respeto y una gran admiración por las universidades y la educación pública. — ¿Débil y todo vas a ir, porque se ve que te cuesta caminar, levantarte de la silla, te agitas? — Sí, claro. Voy a ir. Ya estuve participando de algunas cosas y sí, claro; a lo mejor caminaré menos cuadras, si me canso me sentaré en algún lado, pero sí, me parece que es una obligación, me parece que todos tenemos que ir.

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