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  • Córdoba: una nena asesinada de un tiro, una pandilla cercada y testigos “apretados”

    » La voz

    Fecha: 20/04/2024 01:13

    “Ya van a ver...”. Fue la fulminante amenaza que el adolescente de 16 años, con las dos armas en sus manos, gritó aquella noche. Fuera de sí, el joven había efectuado varios disparos contra una vivienda donde residía una familia que lo acusaba de robar un celular. En medio del descontrol y las balas, algunos vecinos lograron frenarlo y convencerlo de que se fuera. El joven se marchó pero volvió momentos después con tres secuaces más. Todos en motos. Varios de ellos armados. A sus 16, manejaba la pandilla. Sacó uno de los “fierros” y, sin titubear, comenzó a disparar otra vez contra la casa. Sus cómplices hicieron lo mismo. El resultado del ataque fue un desastre: uno de los balazos recorrió 100 metros y dio en el cuerpo de una pequeña que jugaba en el jardín de la casa de su abuela. Franchesca Ávila tenía 3 años cuando el balazo le dio en la cabeza. Moriría rato después en la cama de un hospital. El demencial episodio de violencia urbana sucedió en la noche del 9 de diciembre de 2022 en el barrio San Alberto, en la zona sudoeste de la ciudad de Córdoba. Dieciséis meses después, llegó el turno de la Justicia: cuatro jóvenes acusados de haber integrado esa pandilla son juzgados. Sentados en el banquillo de los acusados de la Cámara 5ª del Crimen de Córdoba, responden por homicidio agravado por el uso de arma. Si bien el principal acusado es A.P., ya de 17 años, no está claro quién fue el que mató a Franchesca. Nunca se pudo determinar de qué arma partió el plomo que acabó con los sueños de esa pequeña. Sin embargo, por la modalidad del ataque, los cuatro jóvenes responden por lo mismo: el asesinato. En la Justicia eso tiene un nombre: se llama “comunidad de acción”. Los cuatro fueron a vengarse a fuego y plomo, según la fiscalía. Sabían lo que iban a hacer y terminaron matando a una nena. Hay más: los cuatro responden también por tentativa de homicidio agravado por el uso de arma. Es que los acusan de haber querido matar a los ocupantes de la otra casa. Además de A.P., en el banquillo de los acusados están sentados: Cristian “Botija” Pacheco, Ignacio “Cara de Gato” Martina y Franco Ramírez. Tienen alrededor de 20 años. El fiscal de Cámara, Marcelo Fenoll, quien tantas veces hizo llamados de atención a las autoridades por el pulular de armas y el descontrol en los barrios, entiende que las pruebas están cercando a los acusados. En pocas horas, pedirá fuertes condenas. Los abogados defensores plantearán dudas sobre la acusación. El jurado popular deberá decidir. Franchesca Ávila tenía 3 años. Amenazas a testigos El juicio arrancó hace varios días. Desde entonces, se vienen sucediendo distintas amenazas en la barriada, sobre todo a varios testigos y a sus allegados, según pudo saber La Voz. En el fondo, nada que debiera sorprender para esta clase de episodios cada vez más reiterados en distintos puntos de Córdoba. De manera recurrente en diversos barrios de la Capital se vienen repitiendo robos, venganzas, balazos y amenazas para que nadie diga nada. Sobre todo a la Policía. Y desde que arrancó el juicio se vienen repitiendo diversos aprietes en la barriada. Algunas de las amenazas tienen forma de mensajes por redes sociales. Otras ya son escritos por WhatsApp. Otras ya son personas pasando en motos lentamente frente a domicilios de testigos, mientras se aceleran los motores. Hubo por lo menos un vecino que fue apretado para que borre videos grabados de aquella noche con su teléfono celular. Espiral de violencia Todo se originó el 8 de diciembre de 2022 cuando una chica sufrió el robo de su celular a manos de un motochoro en barrio San Alberto. La joven y su familia no dudaron en señalar a A.P., un pibe de 16 años con fama de “pesado” en la zona. Según testigos, a horas del robo, el propio A.P. pasó en moto lentamente frente a la casa de la chica mientras sonreía. Sólo sonreía. Un hermano de la víctima salió a su encuentro. De los insultos, pasaron a las trompadas. Cuentan los testigos que A.P. juró vengarse. Al cabo de un rato, según la causa, el adolescente volvió en la moto con su tío. Sin dudarlo, y ya con dos armas en cada mano, el pibe se bajó y comenzó a hacer disparos contra la casa de la víctima del robo. Un hombre apareció y convenció a los pandilleros para que se fueran. “Ya van a ver”, dijo el adolescente. Al cabo de unas horas, esa misma jornada, A.P. volvió con el resto de la pandilla. Ya eran cuatro en dos motos. Se bajaron armados y empezaron a tirar. A todo esto, la pequeña Franchesca Ávila, a sus 3 años, estaba de visita en la casa de su abuela. Ajena a todo, jugaba en el jardín. Uno de los balazos dio en su rostro. En medio del griterío y de la fuga de los pandilleros, desesperados, unos vecinos cargaron a la pequeña en un auto y la trasladaron a un hospital. No quedaba nada por hacer. El alevoso asesinato de Franchesca hizo que muchos y muchas en la zona decidieran contar todo lo sucedido a los investigadores del Departamento Homicidios. Con los datos aportados, los pesquisas fueron deteniendo de a uno a los sospechosos. El fiscal de instrucción Ernesto de Aragón mandó a los tres adultos a la Cárcel de Bouwer. Al menor, al Complejo Esperanza. Los acusó por homicidio agravado por el uso de arma de fuego. Ya en la Cámara del Crimen, el fiscal Marcelo Fenoll va a mantener la acusación y pedirá graves penas de cárcel. Respecto a A.P, quien ahora tiene 16, pedirá que sea declarado culpable y que su expediente sea girado a un Juzgado de Menores para que imponga pena. El juicio entra en su etapa final. El jurado popular decidirá todo.

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