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  • Feminista en falta: Sonsoles Rey y las dos o tres maneras de tomarnos las cosas que importan

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    Fecha: 19/04/2024 02:59

    Sonsoles Rey Hay dos o tres maneras de tomarte las cosas. O mil, pero en esencia son dos o tres, igual que los temas que importan en la vida. ¿Tenés salud? ¿Tenés amor? ¿Tenés forma de llegar a fin de mes aunque sea medio arañando como todavía intentamos algunos? Últimamente les digo a mis amigos que hay que tratar de sufrir lo menos posible por lo que fuimos perdiendo todos por el camino, que estamos todos en la misma y está bueno saber –en este país tan psicoanalizado, tan culposamente judeocristiano– que no es nada que hayamos hecho nosotros, al menos no individualmente, y las culpas colectivas son siempre indeterminadas, injustas, arbitrarias. Ayer viajé en el subte B y vi dos escenas que hablan de las mil formas posibles que puede asumir la crisis cotidiana, de las mil formas de encararla. Escena 1: Un señor entra pidiendo al vagón. Cuenta que se acaba de quedar sin trabajo, que toda la vida manejó un bondi. Que no sabe qué va a hacer. “¿Sabés atender el teléfono?”, le pregunta uno de traje que viaja sentado. “Sí, eso sé”. “Okey, llamame acá mañana que creo que tengo algo como para que puedas arrancar de nuevo”, le dice. Capaz sea mentira, yo elegí creer. La historia de una resiliente: el libro De nuevo sale el sol, de Editorial Planeta, que escribieron Sonsoles Rey y Mercedes Funes (Gentileza Alejandra López/Planeta) Escena 2: Un hombre de camisa leñadora parado cerca de la puerta vocifera que todo esto se lo debemos a los que se robaron todo, que se acabaron los curros, que ahora van a sobrevivir los que laburen y los demás que se jodan. Desde la otra punta del coche, una mujer grita que es docente, que piensa “seguir adoctrinando” –lo dice con ironía, pero dice así, “adoctrinando”–, contándole a sus alumnos que por locos como el señor que declama, ahora padecemos todos, que cómo vamos a pagar la prepaga, ¿qué la prepaga?, ¡la verdura! En el medio entre los dos veo a una señora tentada. Lleva el pelo atado en una cola de caballo y se nota que no es más rica que ninguno de los que gritan. Creo que igualó fácil la ecuación en su cabeza. Peor es amargarse, me dice en voz bajita. Me río pero también huelo el camino triste (¿y sabio?) de la India irredimible, de esos países resignados al fracaso de la mitad de la gente. Hay dos o tres maneras de tomarse las cosas. O mil, pero hacemos lo que podemos con las herramientas que conseguimos y nos dieron y la caja nunca es tan grande. Este es un pequeño pero no por eso menos sentido autobombo: en mayo sale por editorial Planeta De nuevo sale el sol, el libro que me honra haber escrito con Sonsoles Rey; su historia, la historia de la chica que se hizo conocida cuando Sandra Mihanovich le donó un riñón y se transformó desde entonces en una de las caras del trasplante en la Argentina. Es un relato desgarrador y hermoso como la vida, el de una mujer que se negó a ser víctima. A ella no le gusta que le digan guerrera porque es otra cosa: una rockstar, como dice mi amigo Aki. Es así, y además es una de las personas más valientes que me tocó conocer por este oficio que hoy se volvió prescindible como la verdad misma. Sonsoles Rey y Mercedes Funes, autoras de De nuevo sale el sol (Gentileza Alejandra López/Planeta) Uno de los médicos que atendieron a Sonsoles me explicó sobre ella algo que aplica para este clima en el que quien se olvida de reírse pierde. “Tengo este quilombo, ¿cómo me defiendo?”, me dijo el nefrólogo Carlos Castelaro. “Hay tres opciones: o te quedás pensando ‘¿Por qué a mí?’ y das lástima; o te transformás en el ser más odioso del mundo y te volvés intratable, porque estás enojado con todos y sobre todo con los sanos, porque vos estás enfermo (o roto o sin opciones, completen con lo que quieran que vale); o la tercera, que es adaptarte a lo que tenés con humor”. Sonsoles eligió el humor y es algo que a mí me resuena. Con muchas menos limitaciones, yo siento que me salvó y me salva el don de seguir riendo en las peores circunstancias. Ya sé que es un planteo de necesidades básicas satisfechas. Pero eso cada vez nos cuesta más a todos y al final quedan las redes y tratar de culparnos unos a otros y a nosotros mismos lo menos posible. Las feministas sabemos de eso, de tejer y arrancar de nuevo como el señor del subte. Lo venimos haciendo hace siglos. Lo del Plan Nacional de Prevención del Embarazo No Intencional en la Adolescencia (ENIA), por ejemplo, debería tenernos a todos consternados, pero parece una noticia marginal, un interés de chicas, un berrinche. Sonsoles Rey y su madrina Sandra Mihanovich, que le donó un riñón Es un programa creado en 2017 que, para 2020, ya había reducido la tasa de embarazo en niñas y adolescentes de entre 10 y 19 años por encima del 40%. Acaban de anunciar que el programa “se rediseñó”, aunque se desconoce su nuevo presupuesto y funcionamiento. Debería importarle a los y las que van a uno y otro lado del vagón del subte aunque sea con fines utilitarios: ¿cuánto más caro es que esas nenas se embaracen porque no cuentan con información suficiente sobre su salud sexual y reproductiva? Hablo de adaptarnos con humor y después me acuerdo de este drama o camino por la calle esquivando gente tirada, como si nada, como si ya fuera parte del paisaje urbano, como en esos países resignados. Hablo de adaptarnos, pero tengo más que claro que no son tiempos fáciles. Ustedes ya lo saben y encima que llegaron hasta acá leyendo se encuentran con el bajón este. Perdón por eso y que tengan la mejor semana posible. Piensen en Sonsoles y acuérdense que aunque estemos hartos de ser resilientes, es mejor ser rockstars que guerreros, siempre.

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