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  • Escaló 18 días para plantar la bandera de su distrito en el Aconcagua

    » Clarin

    Fecha: 18/04/2024 11:52

    El Aconcagua es la montaña más alta de América, del Hemisferio Sur y del Hemisferio Occidental, acaricia los 7.000 metros de altura sobre el nivel del mar y guarda un sinfín de maravillosos paisajes e historias. Se encuentra en el departamento de Las Heras en la provincia de Mendoza, dentro del Parque Provincial Aconcagua, un área protegida de los Andes Argentinos. En este imponente cerro hoy flamea la bandera del partido de Belén de Escobar: “Quise dejar un testimonio del lugar donde vivo, que represente a mi comunidad”, cuenta Claudio Tomé, de 54 años, que en enero escaló y plantó la bandera del municipio donde vive hace 9 años. La dejó en el refugio Nido de Cóndores, a 5.560 msnm, que fue hasta donde logró ascender. Dieciocho días fueron los que duró esta excursión, que inició el pasado 2 de enero. Claudio emprendió la aventura junto a un grupo de 12 personas entre extranjeros y argentinos. Estuvieron acompañados por tres guías mendocinos con mucha experiencia encima: uno de ellos llegó a la cumbre en 37 ocasiones. El vecino plantó la bandera en Nido de Cóndores, muy cerca de la cima de la montaña. “El grupo es muy importante. Hay que generar un balance entre los objetivos personales y el compañerismo, es una convivencia con gente que no conoces”, cuenta Tomé. Esto forma parte de lo que él señala como el desafío mental. Se suma los días que se está sin contacto con los afectos, lo que “invita al ejercicio de introspección", detalla. “Aconcagua te enseña que hay cosas que no dependen de uno por más que des lo mejor de sí", reflexiona. “Hay factores externos que condicionan la subida. “Con eso aprendes a aceptar. Me hubiese encantado llegar hasta la cumbre, pero acepté mi límite antes que correr riesgo, lo que también hubiese afectado al grupo”, completa la idea. Después del Himalaya, esta cumbre es la más alta del mundo, con 6.962 msnm. Cuenta el vecino de Ingeniero Maschwitz que el ascenso supone un desafío extremo por su carácter hostil: “El ambiente, las temperaturas, nunca se está cómodo del todo, además es imposible llevar abrigo para pasar noches de -20° y hay que convivir con eso”. Plaza de Mulas es el campamento más concurrido del Aconcagua. Hay excursiones que lo tienen como destino final. A 4.260 msnm se encuentra el campamento base Plaza de Mulas, donde el grupo permaneció cinco días para acostumbrar el cuerpo al entorno. Este es el refugio más “famoso” de la ruta hasta la cumbre, ya sea como destino final o para lograr una óptima aclimatación y seguir viaje. Aquí confluyen a diario alrededor de 600 personas, y es la base central para el cuerpo médico, guardaparques y patrulla de rescate del Parque Aconcagua. El pequeño pueblo se encuentra a 30 km de la entrada del Parque y cuenta con más comodidades. Gran espacio donde instalar carpas, domos que sirven de resguardo, comedor, baños y duchas. Este es el único campamento que dispone de tanques de agua potable para que los viajeros recarguen sus botellas personales. "En Plaza de Mulas comimos como en cualquier lado. Más arriba el alimento es liofilizado, es como comida cocida, solo se le agrega agua caliente", especifica Tomé. En este campamento hay también un bar: Aconcagua Café, donde se puede disfrutar de ricos desayunos, cargar el celular y tomar desde café hasta whisky. Los precios son en dólares. Aconcagua Bar en Plaza las Mulas. Domos con amplias vistas, clima templado y comodidades. Otro desafío es el físico. Claudio entrenó durante un año con profesores y ejercicios de resistencia que lo acondicionaron para esta experiencia. “Como vivo en la ciudad, buscamos lugares con subidas y bajadas como puentes o barrancas, que simulan la inclinación de la montaña”, detalla el maschwitzense. Antes de enfrentarse al gigante de los Andes, escaló otras montañas más pequeñas, como el cerro Tres Picos (Buenos Aires) y el Penitentes (Mendoza), que lo ayudaron en el proceso de aclimatación. El entrenamiento previo es indispensable para la preparación cardiovascular, ya que los escaladores se expondrán a una menor presión atmosférica debido a la altura, por lo que la capacidad de transporte de oxígeno será más difícil. Esto genera cansancio y movimientos más lentos de lo habitual. Para eso es preciso ejercitar la capacidad aeróbica para que sea más alta, lo que genera un aumento de glóbulos rojos, portantes de la hemoglobina, la proteína que transporta oxígeno desde los pulmones a los tejidos y órganos del cuerpo. Se desarrolla a través de ejercicios de resistencia, como andar en bicicleta, trotar o nadar. Las noches estrelladas, espectáculo del Aconcagua La hidratación es uno de los pilares básicos para esta expedición. “Se calcula tomar 1 litro de agua cada 1.000 metros de altura”, cuenta Tomé. El agua que se consume es de vertientes o lagunas, que siempre amanece congelada. “Tiene pocos minerales, por lo que hay que agregarle jugos en polvo o sales”, detalla Tomé.

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