Contacto

×
  • +54 343 4178845

  • bcuadra@examedia.com.ar

  • Entre Ríos, Argentina

  • El drama digestivo que afecta a la mitad de los bebés y hasta les dificulta la respiración

    » Clarin

    Fecha: 17/04/2024 06:12

    Justina y Georgia nacieron tras 7 meses de gestación, y como su madre Yamile no tenía suficiente leche materna tomaron leche de fórmula desde el principio. Al poco tiempo, Yamile y su esposo se dieron cuenta de que a sus gemelas les pasaba algo: vomitaban permanentemente al terminar o, inclusive, antes de finalizar cada toma de leche. Ambas padecían un trastorno digestivo, pero no tenían un diagnóstico. Una noche, los padres notaron que a Justina le costaba respirar. “Anduvimos de médico en médico, en salitas, en guardias de hospitales públicos y privados, varias veces por urgencias. Les hacían estudios, pero nos decían que era normal por su falta de maduración, porque eran chiquitas, porque tomaban mucha leche, por cómo las acostábamos. Pero sabíamos que había algo más y seguimos hasta encontrar la respuesta”, cuenta la familia oriunda de San Juan. Gracias a la pediatra del hermano de las las bebas, supieron que lo que ambas tenían era reflujo gastroesofágico, que hacía que involuntariamente aspiraran la leche y se les fuera a los pulmones, causándoles infecciones respiratorias complejas. Este no es un hecho aislado: del 22 al 28 de abril se conmemora la Semana de los Trastornos Gastrointestinales Funcionales, los mismos que afectan a 1 de cada 2 menores de 6 meses. Estos también son llamados desórdenes de la interacción intestino-cerebro, y se caracterizan por síntomas gastrointestinales crónicos o recurrentes que no pueden explicarse por anormalidades estructurales o bioquímicas. Son “funcionales” porque los síntomas no son causados por alteraciones orgánicas, ni alteran el desarrollo. Pocos cuadros (menos de un 5%) se pueden deber a enfermedades de base que tenga el bebé. Los médicos suelen recetar leches medicamentosas cuando surgen estos problemas. Foto: Shutterstock. Estos trastornos son transitorios y muy frecuentes, pero generan dolor y llanto desconsolado en el lactante, lo que preocupa particularmente a los padres, que son quienes buscan respuestas en las consultas pediátricas. “No es que no tienen nada, no hay nada de base pero algo no está funcionando bien, y por eso presentan síntomas: los más frecuentes son los cólicos, o la disquecia. Es un trastorno, en la mayoría de casos, por inmadurez. Cuando llega el niño tenés que hacer un estudio de diagnóstico completo y estricto, con un examen físico completo”, explica la pediatra gastroenteróloga Silvina Balbarrey, quien atiende a diario casos como estos. “Con el llanto los bebés expresan hambre, deseo de contacto humano, malestares o dolor, y está demostrado que pueden experimentar estímulos dolorosos con más intensidad. Entonces, no poder calmar su llanto puede generar estrés, frustración, impotencia y culpa en los padres”, añade. Los trastornos gastrointestinales se pueden manifestar de muchas formas, pero las más comunes son: Cólicos: cuadros transitorios y de resolución espontánea que se expresan como llanto inconsolable; tienden a ocurrir por la tarde-noche y empezar y terminar sin causa aparente. Suelen comenzar en el primer a cuarto mes de vida y, en general, resuelven a los 4 ó 5 meses. Regurgitación: consiste en el movimiento involuntario retrógrado de contenido gástrico, que llega al esófago, boca y/o a la nariz. Su mayor incidencia es entre los 2 y 4 meses de vida, y desaparece antes del año. La predisponen la ingesta excesiva de aire en el tracto digestivo y la capacidad gástrica limitada, pero sobre todo la mala técnica alimentaria y la sobrealimentación. Constipación funcional: el resultado de intentos repetitivos de retención voluntaria por parte del niño, generalmente por miedo a experimentar una sensación displacentera al evacuar. Debe procurarse calmar el dolor para superar el temor y así reestablecer un patrón regular de evacuación. Disquecia: también llamada “falsa constipación”. En ausencia de problemas de salud el bebé no puede evacuar tras al menos 10 minutos de intento. Suele acompañarse de llanto intenso y enrojecimiento del rostro, pero al lograrlo, las deposiciones son blandas y hasta líquidas. Las cifras varían, pero se considera que la regurgitación afecta a cerca del 30% de los lactantes; los cólicos, al 20%, y la constipación, al 15%. Los problemas digestivos alteran a los bebés y al resto de la familia. Foto: Shutterstock. Los especialistas explican que lo primordial es sostener la lactancia materna, siempre que sea posible, ya que regula todos los trastornos del eje intestino-cerebro. “Debe adoptarse una técnica adecuada, corrigiendo frecuencia y volumen de las tomas. Si los síntomas persisten, hay que considerar la existencia de otros signos y síntomas vinculados con la alergia a la proteína de la leche de vaca y, en ese caso, indicar dieta de exclusión de la madre si da el pecho”, señala Balbarrey. Y agrega: “A las 4-6 semanas, realizar el test de provocación reintroduciendo el antígeno, para confirmar o descartar ese diagnóstico. Para niños alimentados con fórmula y síntomas persistentes, debe considerarse cambiar hacia una fórmula extensamente hidrolizada, primero, y, si no mejora, hacia una fórmula (medicamentosa) antirreflujo”. Eso ocurrió con Georgia y Justina. Luego del diagnóstico, la médica les indicó un tratamiento para los pulmones, pero también hizo que cambiaran la leche de fórmula por una antirreflujo. Empezaron a dársela y no volvieron a vomitar nunca más. “Creíamos que estaba solucionado, pero empezó otro problema: nos era imposible pagar las tres latas de leche semanales que necesitaban”, explica Yamile. La Fundación Enhué comenzó a asesorarlos porque a las nenas les correspondía por ley nacional N° 27.305 acceder a leches medicamentosas. La misma expresa que las obras sociales y prepagas deben cubrir la totalidad del tratamiento que el profesional de la salud indique, durante todo el tiempo que el paciente lo necesite. En caso de no contar con cobertura, es el Estado el que debe hacerse cargo, como pasó con las gemelas. Recibieron leches durante algunos meses, con intermitencias y tras mucha insistencia. Hoy están muy bien y ya hace tres meses que dejaron las leches antirreflujo. Las dificultades para acceder a esas leches medicamentosas también son destacadas por profesionales: casos en que el pediatra o gastroenterólogo indica el tratamiento nutricional con fórmulas infantiles medicamentosas específicas, pero las obras sociales y prepagas incumplen la legislación negando, demorando o retaceando su entrega. “Lamentablemente, es habitual que entreguen menos producto que el requerido para cubrir cada mes, que rechacen solicitudes exigiendo documentación innecesaria que solo busca dilatar o, directamente, que no den respuestas a reiterados reclamos”, sostiene al respecto Sandra del Hoyo, Presidenta Honoraria y Fundadora de RedInmunos. Las causas detrás de estos trastornos Lo que puede decirse acerca del origen de este tipo de trastornos en los menores de un año es que interviene fuertemente el factor epigenético, según detallan especialistas. Quiere decir que el medio ambiente en el cual nace y se desarrolla el niño define en gran medida su microbiota intestinal (en términos más comunes, su flora intestinal). El niño recibe una dieta y crece en un ambiente determinado, con hábitos puntuales. Señalan un caso comparativo: un bebé que vive en un contexto rural y que come alimentos más orgánicos frente a otro que se desarrolla en un contexto industrial y que está más expuesto a productos químicos. Es probable que el primer niño tenga una microbiota mucho más saludable, por lo tanto, menos inflamatoria que el segundo. Agregan que otro de los factores que puede explicar el origen de estos trastornos es que cada vez son más frecuentes los partos programados. Los bebés que nacen por cesárea tienen una microbiota y una inmunidad más inflamatoria que los que nacen por vía natural, porque no se inoculan con los probióticos de la vagina sino los gérmenes de la piel de la madre, y esos son más agresivos. De todos modos, los profesionales insisten en la prevención de estos trastornos y enfatizan en que hay que trabajar desde el entorno de cada uno: “Hablamos de una dieta, de hacer ejercicio físico, tratando de estimular la lactancia materna y el parto vía natural. No son grandes procedimientos. Si hacemos bien eso, lo más probable es que bajemos la incidencia de trastornos de este tipo. Es muy importante que se haga docencia y difusión para no llegar a esto. Si se llega, saber que la mayoría de estos trastornos funcionales no se deben medicar”.

    Ver noticia original

    También te puede interesar

  • Examedia © 2024

    Desarrollado por