Contacto

×
  • +54 343 4178845

  • bcuadra@examedia.com.ar

  • Entre Ríos, Argentina

  • La historia del desconocimiento del paradero del cuerpo de Urquiza por 80 años

    Parana » El Once Digital

    Fecha: 17/04/2024 00:13

    La verdad sobre su muerte La historia argentina demuestra que existe una cultura muy arraigada con relación a la muerte y en particular a los muertos. No se trata de un culto ancestral, sino de la manipulación, los excesos y los abusos, aunque también por un instinto de supervivencia –vaya la paradoja– de los restos de un fallecido. Y el gran prócer entrerriano no fue una excepción a este entramado de conspiraciones.Su paso por el mundo marcó a fuego la historia argentina y su legado se percibe hasta hoy en día. Y teniendo su figura un peso de tal magnitud,Al igual que como sucedió a lo largo de 20 años con el de Eva Perón durante la segunda mitad del siglo XX,. El tiempo hizo lo suyo y un buen día nadie más supo donde yacían los restos del caudillo, hasta un buen día de 1951.Pero comencemos por el principio: el 11 de abril de 1870, el Palacio San José –residencia principal de Urquiza– ya despertó convulsionado. Las amenazas previas indicaban que en cualquier momento podría venir un ataque por parte de las huestes de Ricardo López Jordán, antiguo aliado y amigo del caudillo, pero que sus aspiraciones por llegar a la Gobernación de Entre Ríos lo pusieron en la vereda de enfrente.La jornada pasó con una tensión acorde a su desenlace ya que con la caída del sol comenzó el tan temido ataque que convirtió la muerte de este personaje en un hito para la historia de estas tierras. Asesinado en el Palacio enclavado en medio del campo, a kilómetros de Concepción del Uruguay, frente a su familia y traicionado por gente de su confianza, Urquiza murió dando batalla, con un balazo en la cara y cinco puñaladas que aseguraron su final.“Una vez que muere, llevan el cuerpo en un carro hacia Concepción de Uruguay, lo velan en la casa de su hija, Ana Urquiza de Victorica, en donde hoy está el edificio de la ENET Nº1, escuela que lleva el nombre de la que supo ser dueña de ese lugar. No había muchas personas porque los que eran hombres de Urquiza estaban con miedo de ser asesinados., al mausoleo de la familia. Pero todos los del entorno del caudillo temían que el cadáver fuera robado. Había temor de que sea tomado como trofeo de guerra”, relató aGastón Buet, un historiador especialista en todo lo referente a la vida y obra de Justo José de Urquiza.Al momento de morir, Urquiza era gobernador de Entre Ríos, y tras el magnicidio López Jordán asumió los destinos de la provincia. La persecución jordanista se intensificó, y un año después del asesinato el odio hacia Urquiza traía consigo la amenaza de un ataque a “La Histórica” yPara ejemplo sobre cómo el robo, destrucción o exhibición de un cadáver, basta con rescatar las palabras de Domingo Faustino Sarmiento, cuando afirmó: “Sin cortarle la cabeza a aquel inveterado pícaro (por el caudillo Ángel ‘Chacho’ Peñaloza) y ponerla a la expectación, las chusmas no se habrían aquietado en seis meses”. Recordemos que en 1863, siete años antes, el “Chacho” fue lanceado y baleado, con su cabeza cortada y su oreja exhibida en una fiesta; y la familia de Urquiza no quería un destino parecido para los restos del prócer.Fue entonces cuando“Dolores se puso de acuerdo con el sacerdote y un carpintero, y durante la noche, ellos tres sacaron el cuerpo del panteón y lo trasladan a la Basílica Inmaculada Concepción. Eso fue los días posteriores. Sin embargo, no fue enterrado donde todo indicaba. Lo depositan en otro lugar del edificio y después juran secreto los tres. Dolores se va a vivir a Buenos Aires, los otros dos testigos van murieron y nadie volvió a decir algo al respecto.”, informó Buet.Según el saber popular de aquella época, todo el mundo indicaba que el general Urquiza en una cripta ubicada en la Basílica Inmaculada Concepción. La mayor certeza era una lápida con la inscripción “Aquí yacen los restos mortales de Don Justo José de Urquiza, 1er Presidente Constitucional de la República Argentina y Gobernador de la Provincia de Entre Ríos, que murió asesinado el 11 de abril de 1870 a las 7 y media de la noche en su palacio San José a los 69 años de edad. Su amante esposa e hijos le consagran este triste recuerdo”. Era obvio que todos pensaran que el ataúd estaba detrás de aquel mármol, pero en 1901, para trasladar su cuerpo en motivo del centenario de su nacimiento, al buscar en ese lugar no encontraron ni un solo hueso, ni de Urquiza ni de nadie más. Entonces el misterio quedó expuesto ante los ojos de todos.“Después de muchos años y. Entonces se crea una comisión, que se pone a buscar en toda la Basílica, golpeando las paredes del templo a ver si aparecía un lugar que sonara hueco.”, continúa Buet la narración.Lo cierto es que luego de obtener todos los permisos, como el de la Comisión Nacional de Museos ya que la Basílica es considerada un Museo Histórico se procede a trabajar en el descubrimiento. Todo eso sucedió el 5 de abril de 1951. Habían transcurrido 80 años, 11 meses y 23 días desde la muerte fatal del caudillo.Según los registros de la época, el cadáver ya era un esqueleto que estaba vestido con pantalón de brin, camisa, chaleco, saco, medias de lana y botines negros con elásticos en la parte superior. Los forenses que efectuaron el examen médico legal concluyeron que “el cadáver era de una persona de sexo masculino, de una altura de 1,68 a 1,70 metros según las tablas antropométricas de Rollet para esqueleto”. También se deterimnó que esa persona había muerto entre unos 80 y 100 años atrás.El cráneo se hallaba inclinado hacia la derecha y el maxilar inferior desarticulado. Por su parte, el maxilar superior izquierdo había desaparecido casi por completo. Y un dato no menor: presentaba, además, una destrucción de la apófisis izquierda del esfenoides, algo que marcaba que esa persona había sufrido un disparo en el rostro en el mismo lugar que indican las crónicas de 1870.El jueves, en presencia de familiares de Urquiza, del intendente Carlos María Scelzi, del Presbítero Alfredo E. Frossard, del cura párroco de la iglesia parroquial de Concepción del Uruguay, del profesor Manuel Macchi, del director del Palacio San José y varias autoridades más se dio por finalizada la investigación.Inmediatamente, miles le presentaron respetos a 80 años de su muerte, y fue trasladado, ahora sí, a la Basílica Inmaculada Concepción, donde actualmente yace.Hace 154 años, una partida de 50 hombres mató a Urquiza en el Palacio San José. Recibió el disparo de un trabuco en la cara, y fue rematado de varias puñaladas frente a los ojos de su propia familia.El golpe se había organizado días antes en la estancia que López Jordán tenía en Arroyo Grande. El plan consistía en sorprenderlo en su casa, tomarlo prisionero y luego de obligarlo a renunciar. Se le ofrecería la opción de retirarse a la vida privada o irse al extranjero. Pero no todos estuvieron de acuerdo, a pesar de que Jordán había alertado: “Quiero que me cuiden a la familia de Urquiza”.Sin embargo, cuando se realizaron los análisis al esqueleto en 1951 se supo la verdad sobre las consecuencias del asesinato.“El trabucazo vino bien para el relato anecdótico de la sangre en la pared y en la puerta. Fue una parte del show.”, explicó el historiador local Marcos Henchoz.La misma conclusión planteó el historiador Buet, quien sostuvo que “, y si no fuera por las apuñaladas podría haber sobrevivido”., algo que cambia una versión que con los años quedó arraigada en el relato de muchos historiadores.“Todo esto resalta la hipótesis de que la orden de López Jordán no era matarlo, sino apresarlo, secuestrarlo, para hacerlo renunciar al cargo de Gobernador, y es muy interesante cómo la cuadrilla que sale para hacer este tipo de trabajo desde el destacamento de López Jordán hasta llegar al palacio, los que salen del destacamento no son los mismos que llegan al palacio, son muchos más, así que hay un montón de hipótesis posibles en eso”, sostuvo por su parte Henchoz.

    Ver noticia original

    También te puede interesar

  • Examedia © 2024

    Desarrollado por